sábado, 25 de noviembre de 2017

(2017) Eduardo Casas Herrer - La Red Oscura

Internet, Deep web, ciberdelincuencia, BIT, hacktivismo


"Por eso, para identificar a quien ha cometido un delito a través de Internet no es suficiente con la dirección IP, sino que hace falta, además, saber la fecha y la hora en que se cometió el hecho. Por supuesto, el mayor interés del delincuente es ocultar su IP, uno de los motivos por los que existen para ello redes específicas dentro de la deep web."

Quien más quien menos ha oído hablar alguna vez de eso de la Deep Web. El comentario de un amigo o conocido, una noticia en prensa, un comentario en un foro en Internet... Las posibilidades de que eso haya ocurrido son bastante grandes. Otra cosa es que hayamos prestado atención, que puede que no. Pero en caso de haberlo hecho, y haber querido indagar a través de google en el significado de la expresión, habremos topado con una serie de artículos en blogs y en prensa, a menudo sensacionalistas y sesgados, que, las más de las veces, eluden la cuestión para ir directamente a lo truculento y lo morboso. Bajo esta visión de las cosas, la deep web sería un nido de malhechores y delincuentes, y aunque es verdad que casi todo lo que es legal y lícito se puede encontrar en la red visible, no todo lo que hay en la deep web es carnaza para depravados y gentuza, aunque sí lo sea la mayoría. Por eso, y para dar una imagen lo más completa del fenómeno, está La Red Oscura de Eduardo Casas Herrer.

A pesar de ello, mucho de lo que encontraremos en este libro tiene relación con el mundo criminal. Pero lo interesante de ello es la perspectiva que adopta el libro. Su autor, Eduardo Casas Herrer, es miembro de la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) del Cuerpo Nacional de Policía. La función de la BIT consiste, someramente, en tratar de combatir el crimen en Internet. Por tanto, el conocimiento de primera mano que el autor pone encima de la mesa es incuestionable y dota al libro, además, de una cierta perspectiva forense y pericial que es verdaderamente fascinante.

Ahora bien, ¿qué es exactamente la deep web? Casas Herrer lo explica en el primer capítulo de su libro. Cada vez que realizamos una búsqueda en google, el buscador nos arroja una serie de resultados. Pero todo lo que nos muestra google en todas las posibles búsquedas que podamos llegar a hacer no es todo lo que existe en la red. Para entender esto hay que entender cómo funciona google (o cualquier buscador), y entender qué es lo que hace un crawler, ya que la deep web sería todo aquel contenido en Internet al que el crawler de google no alcanza a llegar.

Los crawlers, o arañas, son unos bots que tienen como función rastrear todo el contenido de la red con el fin de indexarlo, o enlazarlo, al buscador más famoso. Ahora, no son perfectos, y no indexan todo el contenido existente. La red está llena de contenido que no es relevante para el usuario medio. El algoritmo que rige el comportamiento del crawler le da unas instrucciones a éste acerca de qué contenidos considerar relevantes y cuáles no. Pero es que, además, hay determinados contenidos que los propietarios de las webs pueden no querer que sean públicos. Tales contenidos serían bases de datos, lugares accesibles solo mediante contraseñas, correos electrónicos, etc. Google no alcanzaría a llegar a esos sitios.

Dentro de este subconjunto de internet, inaccesible a los motores de búsqueda, existen una serie de redes capaces de ocultar la IP del usuario y, por tanto, de otorgarle anonimato. La más famosa de ellas, pero no la única, es la red Tor, acrónimo de "the onion router", es decir, el enrutamiento cebolla. Tor recibe este nombre porque realiza las conexiones que le solicita el usuario a través de numerosos intermediarios que, cuales capas de una cebolla, enmascaran el origen de la conexión, esto es, la IP del usuario. Y una red en la que el usuario goza de (casi) absoluto anonimato, es una red perfecta para el crimen.

El libro de Casas Herrer, partiendo de esta base, trata diversas temáticas relacionadas con el mundo del internet anónimo. Temáticas, claro está, en su mayoría delictivas. Entre éstas, destacan los capítulos dedicados a la pedofilia, la pederastia, el canibalismo y el cine snuff, con los que además comienza el libro. El autor nos presenta un auténtico museo de los horrores delante de nosotros. La sucesión de imágenes horribles y retratos de personajes espeluznantes se puede llegar a hacer indigesta. Lo peor de la condición humana. En ocasiones, continuar con la lectura llega a convertirse en todo un reto, aunque mentiríamos si dijéramos que esperábamos otra cosa. Precisamente es esa imagen de la deep web la que nos llega habitualmente. Pero Casas Herrer no se queda en el simple morbo.

Uno de los aspectos más interesantes que tiene el libro en estos primeros compases son las narraciones casi periciales que Casas Herrer nos pone encima de la mesa. Esto no es CSI y el autor nos desvela los problemas a los que la policía tecnológica ha de enfrentarse para cazar a los depredadores. La heurística de la investigación cobra el protagonismo y los pequeños detalles son los que marcan la diferencia para cazar al delincuente. Además, estas pequeñas narraciones funcionan como breves relatos policiacos dentro del sentido general del texto, mucho más sobrio y frío, con lo que contribuyen a oxigenar el libro.

En el libro se tratan otras actividades delictivas de menor impacto emocional pero de mucho más calado económico. El tráfico de drogas es una de ellas, y para ello el autor nos cuenta el famoso caso de Silk Road, el ebay de la deep web, donde se podía encontrar cualquier cosa (droga, armas, etc.) siempre y cuando no implicase trata de personas. También hay espacio para estafas estrambóticas como la de las cartas nigerianas o el timo de la novia rusa, no estrictamente relacionadas con internet, pero sí conectadas a través de una lógica subyacente similar con otras que sí lo están, caso del phishing o del carding.

Ciberguerra, ciberterrorismo, bitcoin y hacktivismo son algunos de los ítems más importantes que el autor aborda en el libro y que hacen de su lectura una tarea harto interesante. En todos estos temas realiza una contextualización adecuada y presenta los temas sin grandes sesgos ni cargas teóricas preconcebidas.

De entre ellos, destacaría especialmente el capítulo dedicado al Bitcoin, la criptodivisa destinada a ponerlo todo patas arriba y que actualmente está en boca de todos. Más allá de ser la moneda que lubrica el comercio existente en la Deep Web, Casas Herrer explica sus fundamentos computacionales y su operatividad descentralizada. Algunos economistas liberales hablan de ella como la moneda del futuro que hará que el monopolio que ejercen los Bancos Centrales sobre la masa monetaria de los países sea cosa del pasado. Otros economistas hablan de ella como la burbuja más grande desde la burbuja de los tulipanes del siglo XVII. Seguramente la verdad esté en algún punto intermedio. Conceptualmente, en mi opinión, sería una especie de vuelta al patrón oro pero sin la dependencia a ninguna autoridad centralizada. Sin duda, se ganaría en eficiencia y en reducción de costes, pero yo no termino de imaginarla desvinculada de alguna autoridad central que regule su comportamiento. Esa desvinculación la haría propensa a sufrir enormes shocks en los periodos en los que el ciclo económico cambiase de rumbo, precisamente por su comportamiento procíclico. Por lo que parece un instrumento fantástico como medio de pago por su reducción de costes, pero no tanto como depósito de valor. Por ello, creo que en el futuro coexistirá con las monedas centralizadas y desempeñará funciones para las que las monedas actuales no son tan eficientes. Con ello, el bitcoin prestará a las monedas tradicionales su dinamismo y eficiencia, a cambio de recibir de éstas la solidez y estabilidad de la que de momento carece. Un quid pro quo que a buen seguro no satisfará a los libertarios, pero que contribuirá a mejorar el sistema sin hacer que éste penda de un alambre.

Pero volviendo al libro, La red Oscura es una lectura obligada para todo aquel que quiera conocer de la mano de un especialista contra el crimen qué es eso de la deep web. Las dosis de morbo están sabiamente equilibradas por el enfoque pericial adoptado, el cual contribuye a poner sobre la balanza las dificultades a las que se enfrentan los investigadores y los méritos que contraen cuando detienen a los sospechosos. Pero además, es un libro formidablemente amplio que trata una gran variedad de temas: cine snuff, pseudociencia, criptodivisas o Wikileaks son solo una pequeña muestra. La gran variedad temática ofertada hace que como libro divulgativo La Red Oscura funcione bastante bien. Eso sí, no es un libro para estómagos sensibles, puesto que incluye escenas de una crudeza e inhumanidad verdaderamente repugnantes, especialmente en los capítulos 2 y 4. Avisados estáis.


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