jueves, 30 de noviembre de 2017

(1998) Michel Houellebecq - El mundo como supermercado

supermercado, libertad, mundo, egoísmo, sexo


"¿Cuál podría ser el papel de la literatura en el mundo que describe, vacío de sentido moral?

Un papel penoso, en cualquier caso. Cuando uno pone el dedo en la llaga, se condena a un papel antipático. Dado el discurso casi de cuento de hadas de los medios de comunicación, es fácil hacer gala de cualidades literarias desarrollando la ironía, la negatividad, el cinismo. Pero cuando uno quiere superar el cinismo, las cosas se ponen muy difíciles. Si alguien consigue desarrollar en la actualidad un discurso que sea a la vez honesto y positivo, modificará la historia del mundo."

Hay determinados escritores que generan un halo de desconfianza y rechazo cuando se pronuncia su nombre, y Houellebecq es uno de ellos. Puede que sus polémicas con el Islam, su fama de misógino, su aspecto desaliñado como recién salido de una centrifugadora o su afán de llamar la atención tengan buena culpa de ello. De lo que no cabe duda es de su talento como novelista y escritor. ¿Uno de los mejores de su generación? Solo el tiempo lo dirá. Lo que puede darse por seguro es que no es un autor para todo el mundo ni para todos los estómagos. Su particular radicalismo ataca la zona de confort de las sociedades burguesas contemporáneas y muchos de los consensos sociales más básicos. Y aunque su desafiante discurso antropológico pueda palidecer ante las recientes convulsiones sufridas por nuestras sociedades —crisis económica, terrorismo yihadista—, sigue siendo capaz de interpelar al lector a mirarse a sí mismo a través de una luz que pone al descubierto muchas de sus miserias.

sábado, 25 de noviembre de 2017

(2017) Eduardo Casas Herrer - La Red Oscura

Internet, Deep web, ciberdelincuencia, BIT, hacktivismo


"Por eso, para identificar a quien ha cometido un delito a través de Internet no es suficiente con la dirección IP, sino que hace falta, además, saber la fecha y la hora en que se cometió el hecho. Por supuesto, el mayor interés del delincuente es ocultar su IP, uno de los motivos por los que existen para ello redes específicas dentro de la deep web."

Quien más quien menos ha oído hablar alguna vez de eso de la Deep Web. El comentario de un amigo o conocido, una noticia en prensa, un comentario en un foro en Internet... Las posibilidades de que eso haya ocurrido son bastante grandes. Otra cosa es que hayamos prestado atención, que puede que no. Pero en caso de haberlo hecho, y haber querido indagar a través de google en el significado de la expresión, habremos topado con una serie de artículos en blogs y en prensa, a menudo sensacionalistas y sesgados, que, las más de las veces, eluden la cuestión para ir directamente a lo truculento y lo morboso. Bajo esta visión de las cosas, la deep web sería un nido de malhechores y delincuentes, y aunque es verdad que casi todo lo que es legal y lícito se puede encontrar en la red visible, no todo lo que hay en la deep web es carnaza para depravados y gentuza, aunque sí lo sea la mayoría. Por eso, y para dar una imagen lo más completa del fenómeno, está La Red Oscura de Eduardo Casas Herrer.

sábado, 11 de noviembre de 2017

(2017) Eva García Sáenz de Urturi - Los ritos del agua

Paganismo, threefold death, psychokiller, Vitoria-Gasteiz


"Sí, se dice que el agua que emanan las estalactitas de esta cueva se recoge en este pilón. Como veis, es un símil muy obvio entre el esperma como líquido fertilizante y la poza como útero. Las mujeres de los caseríos de la Llanada Alavesa, la antigua morada de los Guevara, los señores de esta tierra, han venido desde siempre a realizar lo que antaño se llamaban «abluciones fecundantes», es decir, se metían en este pilón hasta la cintura. Las mujeres de Oñati llamaban a esto «beratu», en euskera ablandarse. Eran ritos de fertilidad, esperaban así quedarse embarazadas."

No me gusta escribir reseñas de libros leídos hace varios meses. Los detalles concretos de la narración suelen comportarse caprichosamente en nuestra memoria, viéndose aquejados de una patología que muchos conocerán: la incontrolable pérdida de consistencia en nuestra mente, como si de un golpe de vaho se tratasen, que hace que muchos de ellos se evaporen y desaparezcan. Y aunque en ocasiones la visión general de un libro se suele ver modificada por el efecto de nuestros pensamientos y la comparación con otras obras mucho tiempo después de haber concluido su lectura, no suele ser el caso más habitual, y nuestras impresiones más intuitivas y directas determinan la valoración definitiva del libro desde un primer momento. Lo cual es lógico: nuestra mente no funciona serialmente como si, en una primera fase, hubiese una cinta transportadora, a través de la cual, la narración fuese desplegándose imprimiendo su huella en nuestro intelecto para, en un momento subsiguiente, proceder a procesar, analizar y, en general, jugar con todas las posibles operaciones lógicas que nuestro entendimiento nos permite para extraer los sentidos y las lecturas de la historia. Nuestra mente no funciona así porque, sencillamente, es capaz de hacer ambas cosas simultáneamente. Por ello, aunque a veces dejar un tiempo de reposo a nuestras lecturas sea positivo para descubrir nuevos sentidos escondidos, a menudo no es ese el caso. Y desde luego no es el caso de la novela que hoy tenemos entre manos.

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