miércoles, 8 de octubre de 2014

(2011) Aurelio Arteta - Tantos tontos tópicos



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 17 de septiembre de 2014)


Bienintencionado aunque irregular en sus argumentaciones y planteamientos, "Tantos tontos tópicos" supone una puesta en cuestión de la acomodada conciencia democrática a través de la crítica de sus lugares más comunes. Y es que, como un abuelo que se amolda a la realidad desde sus manías y prejuicios, la ciudadanía a menudo peca de una reflexividad barnizada por el seco aroma de las sentencias aceptadas sin más. Aurelio Arteta pretende desmontar con este libro todo un arsenal de presunciones dialécticas que a menudo solo juegan en menoscabo de la propia democracia, si se sigue a aquellas hasta sus últimas consecuencias. Por ello, en cierto modo, la tarea de este libro es un desflorar a la democracia de sus elementos espurios; diferenciar la flor de la superchería.

El libro está dividido en dos partes. La primera de carácter más ético y la segunda de carácter más netamente político. La distinción responde a propósitos funcionales más que intrínsecos ya que una de las premisas que guía la obra es que la política no puede entenderse sin la ética ni la ética sin la política; la política carece de sentido sin unos principios morales que la guíen y la acción humana está capada si su horizonte no es el todo social, el todo colectivo. Sea como fuere, de las dos partes, sin duda la más interesante es la primera. Es en ella donde encontramos al Arteta más honesto, consigo mismo y con el lector. Su examen de algunas de las falsas virtudes que gobiernan nuestra sociedad es de lo mejorcito que pueda leerse ahí fuera. Y su análisis de la admiración probablemente sea de lo mejor del libro entero.


Desgraciadamente, no puede decirse lo mismo de la segunda parte. Es arribar al puerto de la política, y cerrarse en derredor un horizonte de brumas y escollos, a cada cuál más peligroso. Naturalmente, el tema de por sí es espinoso. El problema es que a menudo Arteta añade obstáculos y siembra oscuridad allí donde lo que se tercia es el disparo de una bengala que alumbre las aguas. Y luego está la deriva inevitable que todos los tópicos parecen traer consigo: el nacionalismo etnicista vasco AKA el caladero del mal. Arteta reduce el nacionalismo vasco a su vertiente etnicista, esto es, aquella que identifica su idiosincrasia con los mitos de su cultura, su historia y su lengua. Y sin ánimo de desacreditar sus opiniones, considero que esa reducción elimina demasiado burdamente los aspectos vertebradores que toda idea de nación pueda traer consigo, dejando solo sobre la palestra precisamente aquellos que son accesorios. (En esto me remito a la crítica Orteguiana del concepto de nación). Lo que me interesa remarcar es que al hacer esa reducción conceptual, Arteta extrae las consecuencias necesarias de su planteamiento: el nacionalismo vasco es esencialmente excluyente. Lógica de premisas falsas porque esas son las consecuencias necesarias, pero de un planteamiento equivocado, sesgado. Ya que ni el nacionalismo etnicista es el único nacionalismo vasco posible ni de facto es el único nacionalismo existente. Lo cual me lleva a pensar que Aurelio no está tan interesado en convencer como en vencer y que su juego dialéctico responde a los imperativos que popularmente se asocia con la demagogia ideológica más que con la aséptica y desinteresada investigación filosófica. O no, pero lo parece y solo esa apariencia basta para arrojar la alargada sombra de la duda.
Por lo demás, éste es un libro escrito con pulso y eso es algo que es de agradecer. Quizá la prosa de Arteta no sea la más sugerente, pero es meridianamente clara para el grado de densidad que ofrece. Y es que, aunque la estructura de cada uno de los capítulos consista en una introducción y tres epígrafes, en realidad la estructura interna de cada uno de esos apartados por momentos se torna babilónica. Cuando Aurelio apunta, y cree acertar, la retahíla de argumentos puede ser desbordante, como una Gatling en pleno apogeo.

"Tantos tontos tópicos" no es un libro que cumpla todo aquello que a priori parece prometer. Además, es posible que muchos de los tópicos presentados, aún siendo esencialmente veraces, no sean sino leves alteraciones de una idea base, como variaciones sobre un mismo tema. Pero, con todo, que eso no lleve a engaño: tampoco es un libro malo. Es, ante todo, y aunque las apariencias a veces lo contradiga, un libro filosófico, esto es, un libro que hace pensar. Y un libro que hace pensar no puede ser un libro malo porque un libro que hace pensar lo hace con independencia de lo que piense el autor. Y aunque con este lector muchos de sus argumentos hayan caído en saco roto, muy seguramente no ocurra lo mismo con muchos otros. Y está bien que ello sea así. No por alguno de los ingenuos tópicos que pueda contener el libro. Sino porque cuanta más gente piense diferente, más razones para debatir y para contrastar los argumentos propios, única prueba del algodón de los argumentos filosóficos.

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