martes, 30 de diciembre de 2014

(2008) Jostein Gaarder - El Castillo de los Pirineos


Pirineos, Magritte, Filosofía, Religión, panteismo, amor,


"¿Has pensado en lo siguiente? Nosotros dos observamos realmente algo parecido a un enorme bloque de piedra suspendido en el aire por encima del musgo y del brezo. Un milagro, amigo. ¡Un milagro de este mundo! Y déjame añadir: en aquel instante observamos exactamente lo mismo, en eso estábamos de acuerdo."

Aún recuerdo las buenas sensaciones que me produjo la lectura de El mundo de Sofía. Yo tenía 17 años y me encontraba en los últimos días del verano, esperando con una mezcla de curiosidad e inquietud el inicio del curso, o lo que era lo mismo: el comienzo de la universidad. Yo iba a estudiar Filosofía, así que por aquello de irme preparando para lo que yo creía que me esperaba, decidí hincarle el diente a la novela de Jostein Gaarder. El Mundo de Sofía no era ni más ni menos que una historia de la filosofía novelada a través del intercambio epistolar entre una niña de catorce años y un misterioso filósofo. La verdad es que más allá del subtexto pederasta, el libro me encantó. Logré rellenar provisionalmente las lagunas que tenía al mismo tiempo que hallé entretenimiento en su lectura. Una buena obra de divulgación que quizá hoy podría llegar a parecerme un tanto ingenua, pero que como tentempié e iniciación a la filosofía cumplió sobradamente. Tuve conocimiento del libro porque nos lo recomendó nuestro profesor de segundo de bachiller de filosofía en una de esas sugerencias teñidas de condescendencia que tanto gustan a los maestros. Recuerdo otra recomendación que me hicieron el anterior año: Los pilares de la Tierra, a cargo de nuestro profesor de Economía a propósito de las catedrales góticas, tema de estudio en ese momento de la asignatura de Historia del Arte. Lo leí y puedo decir que recomendar Los pilares de la Tierra para arrojar conocimiento acerca de la construcción de catedrales góticas es como recomendar La Metamorfosis de Kafka para enseñar entomología. Sí, hay catedrales e insectos en uno y otro, pero no tratan de esos temas. Eso me pasa por hacerle caso a los economistas. Como sea, siempre me ha gustado que me recomienden libros, así que tras el escepticismo inicial, apunté el libro y unos meses después lo devoré. Además, tampoco nos tiremos el pisto. Aunque pudiera recelar del libro, ese verano cayeron también Crimen y Castigo y El Jugador de Dostoievski, sí, pero también El código Da Vinci. Siempre he sido bastante liberal para esos temas. Por ello quizá, por el buen recuerdo que me dejó el libro de Gaarder, esto es, por un poco de nostalgia, pero también por esa liberalidad en mis lecturas, ese ser un poco picaflor literario, caí en El Castillo de los Pirineos.

domingo, 28 de diciembre de 2014

(1995) Noam Chomsky e Ignacio Ramonet - Cómo nos venden la moto


Medios de comunicación, propaganda, totalitarismo, democracia, represión, opinión pública, rebaño


"En lo que hoy conocemos como estado totalitario, o estado militar, lo anterior resulta fácil. Es cuestión simplemente de blandir una porra sobre las cabezas de los individuos, y, si se apartan del camino trazado, golpearles sin piedad. Pero si la sociedad ha acabado siendo más libre y democrática, se pierde aquella capacidad, por lo que hay que dirigir la atención a las técnicas de propaganda. La lógica es clara y sencilla: la propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario."
Noam Chomsky

Cuando Orwell pensaba que en el futuro viviríamos bajo el observatorio de un panóptico, de un gran hermano que todo lo ve y lo sabe, no andaba nada desencaminado. Tampoco le andaba a la zaga el bueno de Huxley cuando pronosticaba el desarrollo de una droga, el soma, que embotaría nuestros sentidos y nos trasladaría al reino del placer sin turbulencias ni peajes. Por supuesto, los mundos imaginados por ambos autores se diferencian del nuestro en no pocos detalles. Pero igualmente no son pocos los puntos en común de nuestra realidad con aquellos mundos de pesadilla. Lo cierto es que hay tantos motivos para enorgullecerse del presente como para echarse a temblar por él, por más que en determinados momentos nos dejemos llevar por el sesgo de la desesperación o de la euforia. Quizá en ello consista toda realidad: en una suerte de intersección entre la utopía y la distopía, en un lugar, recóndito y peligroso, donde nuestros conceptos tiemblan hasta el límite de la deformación estructural. De ser así, solo quedarían dos opciones: reelaborarlos o quedarse de brazos cruzados. Puesto que la segunda opción no puede variar el curso de acción presente, solo la primera puede estar en condiciones de alterar las cosas. Y esa es la opción que toman Chomsky y Ramonet en este libro.

sábado, 27 de diciembre de 2014

(2009) Montero Glez - A ras de «yerba». Apuntes Futboleros.


Fútbol, ras de yerba, Montero Glez, futbolín, galácticos, Ronaldinho, butanito


"Hay quien dice que la Cibeles llevaba la mirada empitonada de hambre y que cuando apareció Raúl se subió la túnica y le ofreció el muslamen para que le ajustase la liga. Entonces la negrura de tantas noches de insomnio y espera que había oscurecido sus ojos, entonces desapareció de repente y todos pudimos dar cuenta de que la Cibeles nunca fue una diosa difícil. Sólo hay que saberla trastear y en los últimos tiempos los merengues andaban más preocupados en mirarse al espejo que en endulzar el vientre de su diosa."

Será por libros de fútbol. Otra cosa no, pero de ellos las estanterías de las librerías están llenos. Anecdotarios, biografías, almanaques de efemérides, sesudos análisis tácticos o compendios de autoayuda. Incluso breviarios para la buena formación de las nuevas generaciones. Y si tienen alguna duda de lo que digo, echen un vistazo al último libro que ha publicado Cañizares —sí, el portero que se perdió un mundial pero acudió a la convocatoria de la selección para hacer piña—, que bien podría haberse titulado "Anda chaval, agáchate y recógeme el bote de colonia" a juzgar por esa sórdida portada de gasolinera.

viernes, 26 de diciembre de 2014

(2013) Hugh Howey - Desolación


Howey Shift Distopy totalitarism


"Esperanza. Eso era. Peligrosa esperanza. Al ver a la gente de la cafetería con la mirada clavada en la pantalla de la pared sintió una especie de vínculo con ellos. Así era cómo se metían en líos los dioses de antaño, así era cómo se encaprichaban de los mortales y se entrometían en sus asuntos. Rió para sus adentros. Pensó en la limpiadora del grueso dossier y en lo que habría hecho por ella de haber tenido la ocasión. puede que le hubiera dado el don de la vida de haber podido. Apolo encaprichado de Dafne."

Hace unos días tuvimos la oportunidad de comentar Espejismo, reseña que podéis encontrar aquí. Con aquella novela Hugh Howey logró confeccionar una historia que pese a sus intermitencias se erigía baluarte de una ciencia ficción ágil, misteriosa y de rabiosa actualidad por sus implicaciones políticas. Espejismo, a su vez, era la primera parte de lo que ha acabado siendo una trilogía, la Trilogía del silo, y que toma como motivo contextual, precisamente, el desarrollo de su trama en las profundidades de un silo subterráneo donde se aloja la especie humana. Desolación, la novela que vamos a comentar hoy, supone la continuación de Espejismo, el elemento intermedio necesario para el desenlace de la trilogía.

sábado, 20 de diciembre de 2014

(2012) Hugh Howey - Espejismo


Espejismo ciencia ficción


"Y en su caso, no lo hizo con la rabia que siempre había creído que sentían con los demás. Ni tampoco con la certeza de que ellos, en el silo, estaban condenados, mientras que él, el condenado, era libre. No fue una sensación de traición lo que guió la lana de su mano en pequeños movimientos circulares. Fue misericordia. Misericordia pura y dicha ilimitada."

Si algo positivo trajo la crisis económica de 2008 —y si usar el término "positivo" es legítimo aquí— fue el resurgimiento de los movimientos sociales como elementos para el empoderamiento de la ciudadanía a escala mundial. En la medida en que en España el azote de la crisis ha sido especialmente virulento, hemos sido testigos de numerosas convocatorias ciudadanas con el fin de protestar ante la injusticia social que rige nuestros tiempos. La cosa no ha quedado ahí y se han credo infinidad de asociaciones con el objetivo de vertebrar esa protesta ciudadana en tópicos concretos. Y hasta se ha creado un partido político que pretende canalizar todos esos movimientos en un programa más general. Todos, a priori, aspectos positivos que transmutan la política y por tanto la democracia en una empresa vertical construida de abajo a arriba, de la ciudadanía a sus representantes. Es cierto que ha sido triste tener que esperar a alcanzar un 25% de paro, un 50% de paro "veinteañero" y una deflación que no tiene visos de repuntar, como si fuera necesario el colapso del sistema para que la gente se diera cuenta de que la soberanía del pueblo había sido secuestrada; parecería que mientras el sistema sea capaz de abastecer a los asalariados, estos no deberían tener necesidad de quejarse. Como si el desarrollar una democracia de abajo a arriba no fuera una cuestión de principios sino el último asidero al que agarrarse mientras el barco se hunde. Más vale tarde que nunca. Aunque maldita la gracia tener que haber llegado a la situación actual para que la población se haya dado cuenta.

lunes, 15 de diciembre de 2014

(1955) Stanisław Lem - El hospital de la transfiguración


El hospital de la transfiguración


"Pero cuénteme, cuénteme, doctor, le estoy escuchando. Usted es quien anda buscando algo y ha ido a caer en el lugar perfecto. Los manicomios siempre han destilado el espíritu de la época. Todas las deformaciones, las jorobas psíquicas y las excentricidades están tan diluidas en la sociedad que resulta difícil percibirlas, pero aquí, concentradas, revelan claramente el rostro de los tiempos que vivimos. Los manicomios son los museos de las almas..."

Puede que sea una percepción motivada por la imagen transmitida en algunas películas y libros, pero los hospitales psiquiátricos siempre me han parecido lugares fascinantes, lugares gobernados por una subyugante sensación de irrealidad, casi siempre tétrica y lúgubre. Los manicomios simbolizan el reino de lo desconocido, pero no en tanto que portadores de un misterio, sino en tanto que espacios constituidos por el misterio. El misterio de la sin razón que es a su vez el de los confines del entendimiento. En cierta forma son lugares antinaturales en tanto que pretenden enclaustrar lo que por definición es inasible. Uno puede dar con un conjunto de reglas que describan un fenómeno, y con ello gobernarlo, manipularlo, dominarlo y hasta modificarlo. Pero no puede pretender legislar acerca de aquello que no admite reglas. La locura como caos incontrolable. En cierto modo, ello convertiría a los hospitales psiquiátricos en metonimias arquitectónicas de toda paradoja. Pero sé que esto no es así. Cuando hablo de la locura en estos términos, hablo de una locura metafísica y, por tanto, irreal. Hablo de la vara de medir las distintas locuras. Y las distintas locuras efectivas son las que sí se pueden legislar y, con ello, describir y manipular. Los manicomios del mundo real son, simplemente, lugares que con arreglo a un conjunto de reglas, pretenden controlar las consecuencias no deseadas de determinados comportamientos que responden a desórdenes tipificados. Los hospitales psiquiátricos, por ello, no son seguramente lugares tan fascinantes como yo me los imagino. O por lo menos puede que no lo sean actualmente.

sábado, 13 de diciembre de 2014

(2011) Karo Hämäläinen - Calle Erottaja


Calle Erottaja thriller financiero


"Los datos son el alimento del mecanismo, materia que no necesita ser procesada, porque se la devora, se crea sin parar y se desecha. Un Big Mac y un movimiento rápido para limpiarse la boca con una servilleta. El valor del Dow Jones se da a conocer con la exactitud de dos decimales, aunque en el momento en que el dato aparece sobre la pantalla del operador de bolsa, el valor del índice ya es otro y los decimales no tienen importancia, aunque describen valores por millones de dólares; aún así, la sensación de exactitud hay que tenerla, la sensación de estabilidad del saber, de la seguridad que crean esos siete significativos números."

Las cinco cosas que se me vienen a la cabeza cuando pienso en Finlandia son a) guitarristas virtuosos, b) pilotos de coches, c) educación, d) saunas y e) grupos de heavy metal para niños. A pesar del frío, de los inviernos eternos y de las pocas horas de luz el país suomi ha diseñado un paraíso en pequeñito, sobreponiéndose con ello a sus duros e implacables condicionamientos ambientales. Uno de los grandes responsables de la envidiable situación de Finlandia es su amplio y muy eficiente sector público, que financia el estado del bienestar más completo del mundo y que está diseñado según una muy inteligente política de redistribución de rentas. No obstante, en todos los países cuecen habas. Finlandia tiene la catorceava tasa de suicidios más alta del mundo y durante los últimos años, especialmente a raíz de la crisis financiera mundial, el discurso xenófobo ha repuntado. Con todo, es un excelente país al que irse a vivir. En parte, porque más de la mitad de su población se compone de finlandesas.

martes, 9 de diciembre de 2014

(2005) Daniel Kehlmann - La medición del mundo


La medición del mundo Gauss von Humboldt


"Hechos, repitió Humboldt, que todavía quedaban, él los describiría todos, una obra colosal llena de hechos, cada hecho del mundo contenido en un único libro, todos los hechos y sólo hechos, todo el cosmos de nuevo, aunque despojado de error, fantasía, sueño y niebla; hechos y cifras, dijo con voz insegura, eso quizás pudieran salvarle a uno. Si, por ejemplo, consideraba que habían viajado durante veintitrés semanas, que habían recorrido catorce mil quinientas verstas y visitado seiscientas cincuenta y ocho postas y, vaciló, empleado doce mil doscientos veinticuatro caballos, la confusión se tornaba comprensible, y uno cobraba ánimos. Pero mientras los primeros suburbios de Berlín pasaban volando y Humboldt se figuraba que Gauss en ese preciso momento observaba los cuerpos celestes por su telescopio, cuyas órbitas resumía en sencillas fórmulas, de repente ya no fue capaz de decir quién de ellos había corrido y quién había permanecido siempre en la patria."

No suelo leer demasiada novela histórica ni tampoco novela biográfica. Son dos géneros marginados en alguna caja fuerte en las catacumbas de mis deseos y apetencias, rodeados de sirenas de alarma bacteriológica y luces estroboscópicas a su alrededor, con tipos disfrazados de nazi gritando "ein verletzter, ¡alarm, alarm!". No sé de dónde me viene este rechazo instintivo al género. Bueno, en realidad sí. Tiendo a pensar que la novela histórica suele cubrir sus carencias a través de la ambientación y el recurso a personajes famosos, como el solomillo que el chef decide preparar con salsa roquefort para cubrir el hecho de que ya lleva unos cuantos días en la nevera o como la película de poca monta en la que el actor o la actriz de moda hace un cameo. Como casi todos los prejuicios en los que me manejo, esta idea me ha hecho perderme muchos y muy buenos libros. De hecho, de los últimos coqueteos con el género destaco la trilogía El Ciclo barroco de Neal Stephenson, una monumental obra de unas 3000 páginas ambientada a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Resumirla ya es una tarea titánica, pero comparte algunos puntos en común con La medición del mundo de Daniel Kehlmann.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

(1985) Gregory Benford - Artefacto


Artefacto ciencia ficción


"El sol blancoazulado rodaba sobre su propio fuego, carbonizando el suelo, labrando un suelo de anaranjadas llamas, dejando nubecillas de humo en su estela. Un débil sonido como un lamento brotaba de él, y cuando mordió profundamente el suelo las altas notas se ahogaron y una larga y profunda nota baja por todo el valle mientras comía. Quizá los antiguos de Santorini lo habían visto de aquel modo. John reflexionó que podía creer fácilmente que aquella cosa era un monstruo de las ardientes profundidades volcánicas, aullando su ira, trayendo consigo la muerte carbonizante como venganza por el fracaso del hombre en ofrececerle sacrificios, por su fracaso en acudir e intentar aplacarle en su enorme laberinto sulfuroso."

Gregory Benford pasa por ser uno de los representantes más importantes de la corriente dura en ciencia ficción, aquella en la que el rigor y la coherencia científica son valores que están al mismo nivel que el resto de valores narrativos de una obra. Reconozco que esta es la clase de ciencia ficción, en sentido amplio, que más me gusta. Es la que permite mantener un asidero sólido en tierra firme, más o menos al abrigo de la inflación ontológica que a menudo implica inventar un mundo cuyas leyes se desconocen en su funcionamiento básico o en el que son incompatibles con nuestro conocimiento del universo. Clarke dijo en su momento que "Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia". Esta sentencia es interpretable de varias maneras —casi todas ellas más interesantes que la lectura que voy a mencionar—. Pero para la ciencia ficción parece implicar el siguiente corolario: no te despegues demasiado, joven e inexperto escritor de ciencia ficción, del conocimiento efectivo que poseemos del mundo, pues en la medida en que lo hagas tu historia perderá verosimilitud y, por tanto, valía y enjundia. Por supuesto, en la ciencia ficción, así como en el resto de la literatura, la versosimilitud no es siempre uno de los objetivos a perseguir. Algunas de las veces al alejarnos de ella es precisamente cuando logramos las lecturas más sugestivas acerca de la condición humana, aquellas que no serían posibles atando en corto la realidad. Pero esas suelen ser las menos de las veces. A menudo constituyen un pretexto para dar rienda suelta a los aspectos más efectistas de la creación artística, aquellos que resultan vacíos de contenido cuando los desligamos del puro juego imaginativo. Por ello me gusta la ciencia ficción fuerte o dura: porque a pesar de que la mejor de sus expresiones quizá no alcance a la mejor de las expresiones de una ciencia ficción más laxa, su término medio está del lado correcto en un grado superior al término medio de la ciencia ficción menos dura. En el fondo se trata de una decisión de carácter conservador, de pragmática aversión al riesgo. Así que por eso me gustan escritores como Benford: porque soy un gallina.

jueves, 27 de noviembre de 2014

(1965) Thomas M. Disch - Los Genocidas


Los genocidas distopía


"Le hería el orgullo pensar que su raza, su especie, su mundo, estaban siendo derrotadas con tanta facilidad aparente. Lo peor, lo que no podía soportar, era la sospecha de que todo eso no significaba nada, de que el proceso de aniquilamiento era algo totalmente mecánico; en otras palabras, de que los destructores de la humanidad no libraban una guerra, sino simplemente desinfectaban el huerto."

Investigando por la red la figura de Thomas M. Disch, me he llevado una grata sorpresa. Lejos de tratarse del escritor de ciencia ficción al uso, con una sólida formación científica o técnica, fue un especimen notablemente interdisciplinar. No quiero que se me malinterprete: me encanta que los escritores de ciencia ficción sean eruditos en algún campo concreto de la ciencia. De otro modo sus novelas perderían la credibilidad que solo es alcanzable mediante el conocimiento de los detalles. Pero también me gusta que tengan un conocimiento más o menos profundo, o unas sospechas más o menos elaboradas, de aquello en que pueda consistir la naturaleza humana. Y como uno no sabe muy bien cómo se puede comenzar a solucionar ese puzzle, ni siquiera de qué piezas se compone, siempre he pensado que la interdiciplinariedad era una buena amiga, no tanto por las bondades del método (si es que es un método y no todo lo contrario), sino porque por algún lado hay que empezar. En el caso de Disch tenemos que fue poeta, novelista, ensayista, pintor, libretista de ópera e incluso escritor de videojuegos. Y a pesar de todas esas excursiones en safari por la cultura, nunca tuvo demasiado éxito, probable causa de que muriera pobre y suicidándose en 2008. Si fuéramos románticos, ahí tendríamos una prueba del genio de Disch, ya que nada hay más auténtico que morir sin el reconocimiento de un público que no está preparado para tu obra. Pero no lo somos. De hecho, la mierda existe, y que tu obra no sea reconocida probablemente se deba a que no vale un pimiento. Lo cual, sin embargo, no significa que pensemos que la obra de Disch no sea genial. Una de las pruebas de su genio está en que el todopoderoso Harold Bloom incluyera su novela "En alas de la canción" en su libro "El canon occidental". Y Harold Bloom son palabras mayores, palabras mayores de un pollavieja. Lo cual tiene, si cabe, aún más mérito.

lunes, 24 de noviembre de 2014

(1930) William Faulkner - Mientras Agonizo


Faulkner "As I lay Dying" clásico


"Cuando el niño nació, comprendí que la palabra «maternidad» ha tenido que ser inventada por alguien que, por lo que fuera, la precisaba para el caso; y que a los que de verdad han tenido hijos, nunca se les ha podido ocurrir preocuparse de si esa palabra existía o dejaba de existir. Comprendí que la palabra «miedo» ha tenido que ser inventada por alguien que jamás lo ha pasado, y la palabra «orgullo», por alguien que nunca lo ha sentido. Comprendí que lo malo era, no ya que fueran a meter sus puercas narices en todo, sino que tendríamos que cruzar unas palabras que son como esas arañas que se descuelgan, por el hilo que sueltan por la boca, desde el techo, y que se balancean sin llegar a tocarse. Comprendí que, solo cuando la hiciera saltar a latigazos, podría su sangre confundirse con la mía en un torrente único."

Es difícil escribir una reseña que no resulte un poco absurda cuando uno trata de analizar uno de los grandes clásicos de la literatura universal. Parece que solo se pudiera optar por una de dos opciones: O rendirse a la irrefutable evidencia o atrincherarse en las barricadas de la obstinación; o arrodillarse e implorar un patético «¡todos ustedes estaban en lo cierto!» o afirmar con el convencimiento del integrista haber encontrado puerilidad donde los demás entrevieron deslumbrante genio. Aduladores que caen en la trivialidad contra negacionistas con alma de alquimistas. Por supuesto, existe una tercera opción: la de aquel que justifica una opinión intermedia tomando como base las bondades universalmente vistas por la tradición, al mismo tiempo que introduce —con la aparente inocencia del niño que en realidad actúa pérfidamente con arreglo a evitar las consecuencias de sus malas acciones—, una migaja de duda escéptica, un amago de relamerse los labios mirando al tendido mientras se tira un pedo, un prurito inalcanzable: "el libro... uf, buenísimo, de verdad... pero no me ha terminado de convencer, tiene un algo... un no sé qué que... no termina de cerrar... un poco aburrido quizá". Éstos son los peores, porque aparte de que intentan postergar lo inevitable, su juicio más íntimo, intentan quedar bien con los dos bandos, satisfaciendo a cada uno en lo suyo. Son los diplomáticos de la cultura: gente con hechuras de capitán de barco o quaterback, pero también de hombre de Estado, con altitud de miras, que saltan como plusmarquistas olímpicos a través de todas las contradicciones. Son los peores porque no son creíbles a pesar de su calculada equidistancia. En la medida en que intentan ocultar o restar importancia a su sentimiento más profundo respecto a la novela —que les resultó aburrida—, no solo minusvaloran su propia sensibilidad, sino que se sitúan en la más profunda de las contradicciones. Pues, ¿acaso hay algo más absurdo que reconocer los valores de una obra y considerarla aburrida al mismo tiempo? Vamos, piénsenlo, piénsenlo. ¡Ea! ¡Ea!

miércoles, 19 de noviembre de 2014

(1791) Benjamin Franklin - Autobiografía y otros escritos


Autobiography Benjamin Franklin Independence Vegetariano


"Con frecuencia discutíamos porque la controversia nos gustaba y deseábamos enfrentarnos uno a otro con nuestros argumentos, cosa que, por cierto, puede convertirse en una mala costumbre y hacer a los que la tienen muy desagradables, porque siempre llevan la contraria. Además de servir para agriar cualquier conversación, dicho hábito da ocasión a disgustos y tal vez enemistades, en lugar de reforzar la amistad. Adquirí esta mala costumbre leyendo los libros de mi padre sobre polémicas religiosas. Las personas de buen juicio, según luego he podido apreciar, rara vez caen en el vicio de discutir salvo los abogados, los universitarios o los que se han criado en Edimburgo."

Político, activista, diplomático, inventor, científico, periodista, educador, filósofo... la verdad es que pocas vidas ha habido a lo largo de la historia mejor aprovechadas que la de Benjamin Franklin, al menos en lo referente a hacer acopio de méritos para pasar a la posteridad. A nada que uno bucee entre libros de historia, sean del tema que sean, tarde o temprano se lo encuentra uno mencionado. Fue una luminaria, una especie de hombre del renacimiento; un autodidacta, sin embargo, de vocación más práctica que artística, a diferencia de sus colegas polímatas dos siglos antes —con la excepción de Leonardo Da Vinci—. Y lo fue en el siglo que vería caer la viejas estructuras estamentales a ambos lados del atlántico, siendo protagonista destacado de esos mismos hechos. La presente Autobiografía y otros escritos, por tanto, es un documento valiosísimo que nos presenta de primera mano la peripecia vital de un hombre único, excepcional.

viernes, 14 de noviembre de 2014

(1963) Michel Foucault - Raymond Roussel


Surrealismo, escritura automática, Foucault, Roussel


"Roussel definió, en cierto modo, su geometría. Abrió al lenguaje literario un extraño espacio, al que podría calificarse de lingüístico si no fuera su imagen invertida, su utilización soñadora, encantadora y mítica. Si se separa la obra de Roussel de este espacio (que es el nuestro) sólo se podrán reconocer en él las maravillas azarosas de los absurdo o las florituras barrocas de un lenguaje esotérico que querría decir «otra cosa». Si se lo remplaza, por el contrario, Roussel aparece tal como él mismo se definió: como el inventor de un lenguaje que sólo se dice a sí mismo, de un lenguaje absolutamente simple en su ser redoblado, de un lenguaje del lenguaje, que encierra su propio sol en su flaqueza soberana y central."

Las vidas de Bach, Van Gogh, Poe, Melville, Monet o Modigliani, entre tantísimos otros, ilustran la imagen, tan sugerente y evocadora entre el gran público, del artista incomprendido, injustamente tratado por la crítica, exiliado del reino de los favores del gran público. Grandes poetas, novelistas, pintores, escultores o músicos que no escaparon a esta idea del genio, triunfador frente a la posteridad, pero alimentado de las sombras —y por las sobras— del espíritu de la época que les vio nacer. Personajes que terminan siendo rescatados por la nueva generación, alcanzando el reconocimiento que les fue negado con anterioridad durante el apogeo de su producción y, por ello mismo, alcanzando el reconocimiento demasiado tarde.

martes, 11 de noviembre de 2014

(1973) Ian Watson - Empotrados




"«Su realidad, vuestra realidad... Los conceptos de la realidad por parte de la mente se basan en el entorno que ella misma ha producido, y cada entorno es ligeramente distinto. Sin embargo, todos formamos parte de esta realidad, la totalidad absoluta del universo actual. —Su voz resonaba enfáticamente—. Sin embargo, hay otra realidad fuera de esta totalidad. ¡Y nosotros pretendemos captarla!»"

En los años 40 del siglo XX en el ámbito de la lingüística y la antropología Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf propusieron —nunca de manera conjunta— la conocida más tarde como hipótesis Sapir-Whorf, la idea bajo la cual el lenguaje de un hablante, y más concretamente sus categorías gramaticales, determinan los procesos de pensamiento que le permiten, a ese mismo hablante, aprehender la realidad. Esto significaría que actos tan básicos como la observación y la conceptualización del mundo encontrarían su sustento en el funcionamiento gramatical de la lengua. El lenguaje determinaría el mundo del hablante de una manera mucho más íntima y profunda de lo que se hubiera podido imaginar hasta entonces, según la idea defendida por los lingüistas norteamericanos.

sábado, 8 de noviembre de 2014

(2007) Isaac Rosa - ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!




"Por supuesto, vamos a emprender acciones contra tal sujeto. Porque si en el caso de mi novela el daño está ya hecho, al menos evitaremos que se cree un peligroso precedente. Eso sería lo preocupante. Que cundiese el ejemplo y a partir de ahora los lectores, por mimetismo, se dedicasen a cuestionar las novelas que leen, hiciesen lecturas desaforadamente críticas, subrayasen y anotasen los textos, los saboteasen como ha hecho este vándalo con mi obra. No podemos arriesgarnos a que los lectores pierdan el debido respeto al autor, esto es, a su autoridad, y acaben no ya criticándolo, sino hasta mofándose de él, desnudándolo en la plaza pública. Si no detenemos esta inicial subversión, los novelistas acabaremos encogidos, acobardados, mudos."

En 1999 Isaac Rosa publicaba La malamemoria, la novela con la que con apenas veinticinco años debutaría en el panorama editorial español. Desgraciadamente, aquella novela tuvo poca difusión, siendo difícil de localizar incluso en el momento de su edición. Por eso, ocho años más tarde, en 2007, y tras el éxito que su anterior novela, El vano ayer, le había proporcionado, Rosa decidió reeditar su opera prima. Desgraciadamente, en el último momento el manuscrito fue secuestrado por un hacker y devuelto a sus custodios sin que estos se dieran cuenta. En el proceso, el usurpador leyó el texto y al final de cada capítulo adicionó una serie de notas críticas con respecto al tono, lenguaje, estilo, estructura y argumento de la novela. Una serie de notas cuya existencia los editores pasaron por alto, siendo esa la razón de que ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil! esté compuesta por La malamemoria y el conjunto de notas añadidas por el hacker a colación del desarrollo de cada capítulo al final del mismo.

martes, 4 de noviembre de 2014

(1987) Paul Auster - El País de las últimas cosas




"Lo que realmente me asombra no es que todo se esté derrumbando, sino la gran cantidad de cosas que todavía siguen en pie. Se necesita un tiempo muy largo para que un mundo desaparezca, mucho más de lo que puedas llegar a imaginar. Continuamos viviendo nuestras vidas y cada uno de nosotros sigue siendo testigo de su propio y pequeño drama. Es cierto que ya no hay colegios, es cierto que la última película se exhibió hace más de cinco años, es cierto que el vino escasea tanto que sólo los ricos pueden permitirse el lujo de beberlo. Pero, ¿es eso a lo que llamamos vida? Dejemos que todo se derrumbe y, luego, veamos qué queda. Tal vez ésta sea la cuestión más interesante de todas: saber qué ocurriría si no quedara nada y si, aún así, sobreviviríamos."

Tryno Maldonado dijo una vez que conforme se crece como lector, Paul Auster se convierte en un gusto culposo. No sé si la situación es análoga a la de aquel que consume coca-cola, porque yo de hecho no lo hago —mis manos aún no están manchadas de sangre—, pero creo entender a qué se refiere. Paul Auster es un escritor cuya calidad es constantemente objeto de debate. Es más, es un escritor cuya calidad es objeto de debate incluso cuando no se le ha leído. Para bien o para mal, cuestionar la valía del escritor neoyorquino es un lugar común, un tópico.

domingo, 2 de noviembre de 2014

(1872) Fiódor M. Dostoievski - Los Demonios




"Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado."
Lucas 8:30–36

Cuando en 1866 un Dostoievski asolado por las deudas tuvo que recurrir a los servicios de una taquígrafa para redactar en tan solo 26 días la novela El Jugador, saldando con ello una obligación cuya multa lo hubiera despojado de todo su patrimonio literario en beneficio de sus acreedores, seguramente no barruntaba la posibilidad de que esa muchacha de mirada inquisitiva podría llegar a convertirse en su esposa. O tal vez sí, y demasiado bien quizá, pues apenas redactado el libro, se casaron solo unos meses más tarde, en febrero de 1867. Dostoievski, entonces, prometió a su esposa un viaje por Europa, cuna de las nuevas ideas, con toda la pompa y el lujo que solo el convencimiento del apostante y la credulidad de la enamorada eran capaces de justificar en virtud de los ingresos efectivos del nuevo hogar. El viaje se prolongó cuatro años, durante los cuales el matrimonio tuvo que sobreponerse al fallecimiento de su primogénita Sonia apenas tres meses después de su nacimiento. Ni que decir tiene que las condiciones económicas no fueron las prometidas y, en palabras de Anna Grigórievna Snítkina, vivieron en "relativa pobreza" durante todo ese tiempo. Sin embargo, y a pesar de la adversidad, el matrimonio permaneció unido, dando como frutos otros dos vástagos. En 1869, y tras la publicación de El Idiota, el matrimonio recibiría en Dresde la visita de Snitkin, hermano de Anna, y sería entonces cuando propiamente comenzaría la historia de la redacción de "Los Demonios".

martes, 28 de octubre de 2014

(-395 aprox.) Platón - Apología de Sócrates




"A mí, que ya soy viejo y ando algo torpe, me ha pillado la muerte, mientras que mis acusadores, que aún son jóvenes y ágiles, van a ser atrapados por la maldad. Yo voy a salir de aquí condenado a muerte por vuestro voto, pero vosotros marcharéis llenos de maldad y vileza, acusados por la verdad. Yo me atengo a mi condena, pero vosotros deberéis soportar también la vuestra. Tal vez así tenían que suceder las cosas; y pienso que así están bien, tal como están."

Se cuenta que la muerte de Sócrates (-398) dejó un fuerte poso de amargura e indignación en la figura de Platón, que por aquel entonces contaba con 28 años y pasaba por ser uno de los fieles discípulos del pensador ateniense. Todo el proceso judicial estuvo contaminado con un aroma a podredumbre legal, de estiramiento hasta el límite de lo obsceno de los supuestos de hecho para hacer subsumir la conducta de Sócrates bajo cargos punibles.

sábado, 25 de octubre de 2014

(1997) Alan Sokal y Jean Bricmont - Imposturas Intelectuales




Corría la primavera de 1996 y la prestigiosa revista académica Social Text —especializada en teoría crítica sobre el feminismo, el marxismo, el neo-liberalismo, el post-colonialismo y otros temas de estudios sociales y culturales, con el posmodernismo como denominador común— publicaba el artículo Trangredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica, que pretendía sentar las bases para una ciencia posmoderna que fuera emancipadora y reconociese los derechos de las minorías. Sin embargo, bajo ese rimbombante título, se escondía una elaborada parodia que ponía en solfa los estándares intelectuales y académicos de las publicaciones posmodernas. En efecto, dicho artículo consistía en una sucesión de citas de los más afamados personajes de la intelectualidad postestructuralista francófona, con Jacques Lacan o Luce Irigaray a la cabeza, entre otros. También incluía aquello que debería contar como ciencia posmoderna, que incluía referencias vagas y confusas a ámbitos como la teoría del caos, la geometría fractal, la teoría de la relatividad, la teoría de conjuntos o la mecánica cuántica, así como de otras ramas de la matemática y la física, sin explicar adecuada y debidamente la justificación y pertinencia de la referencia a esas disciplinas, dejando ese peso a un aparato crítico —de citas a otros autores y referencias bibliográficas— verdaderamente abrumador. También se hacía referencia a ramas de la ciencia como la "lógica multidimensional"; rama de la ciencia verdaderamente potente desde el punto de vista de las evocaciones que genera y cuyo único defecto es su efectiva inexistencia. Cuando unos meses más tarde el autor del artículo, Alan Sokal  —profesor de física y matemática en varias universidades de prestigio— publicó una carta abierta en la que explicaba que Transgredir las fronteras se trataba de una inconexa mezcla de referencias, adulaciones y sinsentidos, explicitando el escaso control académico que una publicación de referencia como Social Text ejercía sobre el material que decidía publicar, sus críticos se le echaron encima. Imposturas Intelectuales, publicado un año más tarde, y en colaboración con el también físico Jean Bricmont, supone una respuesta a sus críticos así como un desarrollo en profundidad de su pensamiento en torno a temas tales como el posmodernismo, el estatuto de la verdad científica o el relativismo.

domingo, 19 de octubre de 2014

(1908) Jack London - El talón de hierro



(Publicado originalmente en Goodreads el 25 de abril de 2014)


Escrito a modo de crónica casi mítica, "El Talón de Hierro" nos habla de un futuro distópico y, por tanto, es un libro a añadir a la lista que forman "1984", "Un Mundo Feliz", "Nosotros",  etc. Una de sus virtudes indiscutibles consiste en presagiar certeramente el surgimiento y la concentración de los grupos de poder para-políticos, las multinacionales, trusts y, en una palabra, la "oligarquía" como desarrollo del capitalismo maduro, al mismo tiempo que consistir en una exposición bastante didáctica de las ideas marxistas.

Una de las peculiaridades de este libro es que es un libro dentro de otro libro. Efectivamente, escrito en 1908, "El Talón de Hierro" consiste en la crónica, a través de su mujer, de la acción preventiva y después revolucionaria de Ernest Everhard, el héroe, si acaso más bien Titán, de la novela. Los hechos de la crónica se desarrollan durante la década de los años 10 del siglo XX y la propia crónica está escrita en algún momento del siglo XX, durante la vida de la mujer de Ernest, Angie. Sin embargo, a medida que vamos leyendo el libro, es decir, la crónica, y por medio de abundante aparato crítico y contextual, nos enteramos, que las memorias han sido rescatadas más de 400 años después de los hechos, en un futuro en el que el régimen del talón de hierro, de la oligarquía, ha dado paso a la utopía socialista. Por tanto, el libro es al mismo tiempo una distopía tanto como una utopía y, por si fuera poco, es también una ucronía. Toma ya.

miércoles, 15 de octubre de 2014

(2002) Jean-François Revel - La obsesión antiamericana




En "Ni Marx ni Jesús" precisé en varias ocasiones que entendía por revolución americana menos un epifenómeno político sobre las camas visibles del poder que una serie de transformaciones habidas espontáneamente en las profundidades de la sociedad. Aquellas transformaciones radicales habían nacido, habían crecido, proseguían y proseguirían independientemente de las alternancias de mayoría que había habido o habría en el nivel federal. Se puede cambiar de régimen sin cambiar de sociedad y se puede cambiar de sociedad sin cambiar de régimen. El Free Movement americano brotó y perseveró con presidencias tanto demócratas como republicanas. Es que nunca o muy raras veces cayó, como sus réplicas europeas, en la ideologías atrasadas del siglo XIX y los yugos teóricos de las pseudorrevoluciones marxistas del XX. Quien dice revolución, sostenía yo, dice, por definición, acontecimiento hasta entonces inusitado y que sobreviene por vías diferentes de los cauces históricos conocidos. Quien dice revolución habla de lo que no se puede pensar ni concebir siquiera mediante conceptos antiguos. Resultaba una evidencia para mí: la verdadera revolución no estaba en Cuba, sino en California.

Para ser sinceros, desconocía la trayectoria del francés Jean-François Revel (1924-2006) hasta la lectura de este libro. Filósofo de formación, participó en la resistencia de la Francia ocupada por los nazis y simpatizó con el socialismo hasta que en 1970, y tras una serie de viajes por EEUU, renegó de su anterior credo para abrazar las turgencias del liberalismo político, que no dejaría de elogiar hasta su muerte. Esto último es importante. Revel, en los 70, se erigió como el mayor apologista de EEUU en una Francia dominada intelectualmente por la generación del 68. Hecho que le valdría para granjearse la fama de eterno polemista. Un extraño en su propia Tierra, en cierta forma. Este aspecto, sin embargo, y en la medida en que es parte inseparable de su trayectoria, también me era desconocido en su figura. Realmente lo que me movió a hincarle el diente a este libro fue un ingenuo: "Mira eso, un francés siendo infiel a su patria. Tiene que ser interesante".


lunes, 13 de octubre de 2014

(1951) Robert A. Heinlein - Amos de Títeres




Todos sabemos cómo disfruta Matt Groening introduciendo referencias en todo proyecto en el que mete la mano. Seguramente, si seguís o seguíais la serie Futurama, recordaréis ese episodio en el que Fry era subyugado por una babosa cerebral que se le adhería a la cabeza y que, al final del episodio, acababa muriendo por inanición. Pues bien: aquel era un guiño a este libro.

Escrito hace más de 60 años al mismo tiempo que Asimov daba forma a sus fabulaciones sobre la robótica o Clarke imaginaba las consecuencias del contacto con civilizaciones alienígenas más avanzadas, "Amos de Títeres" representa, por momentos, lo mejor de la ciencia ficción clásica de aquellos años de posguerra. Heinlein, en esta ocasión, nos cuenta la historia de como los Estados Unidos han de hacer frente a una invasión alienígena.


viernes, 10 de octubre de 2014

(1974) Michel Foucault y Noam Chomsky - La naturaleza humana: justicia versus poder. Un debate




“Las definiciones de enfermedad y de demencia, y la clasificación de las demencias, fueron realizadas de tal modo para excluir de nuestra sociedad a ciertas personas. Si nuestra sociedad se calificara a sí misma de demente, se excluiría a sí misma. Pretende hacerlo por motivos de reforma interna. Nadie es más conservador que aquellas personas que afirman que el mundo moderno está afectado por la ansiedad nerviosa o la esquizofrenia. De hecho, es un modo astuto de excluir a ciertas personas o ciertos patrones de comportamiento. De modo que no creo que se pueda, excepto como una metáfora o un juego, afirmar de manera válida que nuestra sociedad sea esquizofrénica o paranoide, a menos que uno otorgue a estas palabras un significado no psiquiátrico. Pero en el caso de que me presionaran, diría que nuestra sociedad ha estado aquejada por una enfermedad, una enfermedad muy paradójica y extraña, para la cual aún no tenemos un nombre; y esta enfermedad mental tiene un síntoma muy curioso, y es que el síntoma mismo produjo la enfermedad mental.”

En el año 1971, el International Philosophers Project llevó a cabo una serie de debates entre figuras emblemáticas del pensamiento de la época como parte de una iniciativa para acercar la filosofía al público y la juventud. En la ciudad de Amsterdam se dieron cita para dialogar Alfred Ayer y Arne Naess o John Eccles y Karl Popper, por poner unos ejemplos. También se dieron cita Michel Foucault y Noam Chomsky, bajo la batuta de Fons Elders, con la peculiaridad de que la entrevista tuvo la cobertura mediática de la televisión holandesa. De hecho, puedes ver una selección de los momentos más importantes del debate en Youtube.

miércoles, 8 de octubre de 2014

(2001) Mark Lilla - Pensadores Temerarios



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 7 de octubre de 2014)


"Al volver Heidegger a la enseñanza, tras su aventura como rector del régimen nazi, uno de sus colegas le había espetado la famosa ironía: "¿De vuelta de Siracusa?". Por supuesto, ésta hace referencia a las tres expediciones de Platón a Sicilia, en su intento de devolver al joven dictador Dionisio a la filosofía y la justicia. La educación falló, Dionisio se convirtió en un tirano y Platón apenas pudo salvar la vida. El paralelismo se ha utilizado en obras sobre Heidegger para mostrar que su tragicómico error había consistido en suponer que la filosofía podía guiar la política; en especial, la política del nacionalsocialismo."

"Pensadores Temerarios" de Mark Lilla es un libro iconoclasta que remueve la mierda enterrada en las tumbas de seis grandes pensadores del siglo XX, aunque en unos lo consiga hacer más que en otros. El libro traza las conexiones intelectuales y/o vitales que Heidegger, Schmitt, Benjamin, Kojève, Foucault y Derrida entablaron con los regímenes nazi y soviético o con las filosofías en las que estuvieron cimentados aquellos sistemas totalitarios. La disyunción no es banal pues no es lo mismo apoyar alguna forma de marxismo que apoyar el régimen de Stalin, por poner un ejemplo. En ese sentido, resultan más impactantes los retratos de Heidegger o Schmitt, que participaron activamente en la estructura de la Alemania nazi, que los de un Derrida o un Benjamin, que se limitaron a hacer filosofía, menos o más política, respectivamente. Por ello, también es curiosa la no inclusión de Sartre -con un capítulo propio, ya que se le menciona en varias ocasiones-, pues por todos es conocido su negacionismo de los hechos acontecidos en Hungría en 1956. Quizá por ello mismo su inclusión hubiera sido trivial.

(2002) Vicenç Navarro - Bienestar Insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país



(Reseña originalmente publicada en Goodreads el 6 de octubre de 2014)


Ayer me enteraba de la noticia de que Vicenç Navarro había sido elegido para diseñar el programa económico de Podemos junto a Juan Torres. A Navarro ya le conocía por su columna en Público y sabía que era un seguidor de las políticas neokeynesianas de expansión del gasto público. Pero más allá de eso, conocía de su pensamiento lo que unos pocos párrafos por vez pueden llegar a permitir, es decir, poco. De Juan Torres directamente no conozco nada (pero eso pronto va a dejar de ser así). Como simpatizo con la formación, me puse ayer con la tarea de leer este "Bienestar insuficiente, democracia incompleta", premio Anagrama de ensayo en 2002.

Lo primero que llama la atención en este libro es que tiene 12 años, es decir, que fue escrito en plena pujanza económica, durante la segunda legislatura de Aznar, en el apogeo de la efervescencia de la burbuja inmobiliaria. En esa época de la historia reciente de superávits públicos continuados, de crecimiento sostenido a tasas interanuales muy altas, de convergencia europea. Aquellos "años dorados" que precedieron a la entrada en vigor de la moneda única, del "España va bien" tan estúpidamente repetido por Aznar. La primera parte de este libro, contextualizado en aquella época, es, precisamente, una refutación de aquella tesis. La economía española iba bien, pero España no iba bien; y Cataluña, donde se pregonaba que las cosas iban mejor, en realidad iban peor (¿Adivináis quién gobernaba aquella comunidad por aquel entonces?).

(1983) Felipe Martínez Marzoa - La filosofía de El Capital



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 4 de octubre de 2014)


Lo primero de todo: el título engaña. Aquí no se va a encontrar una exposición de la filosofía marxiana ni de la filosofía marxiana en "El Capital", sino una exposición de lo que ocurrió el día que la filosofía de Heidegger se encontró en el camino con la producción de Marx.

Y lo segundo: detesto a Heidegger. Creo que es el pensador filosófico más sobrevalorado después de Hegel (afortunadamente la repercusión de Derrida parece disolverse como un azucarrillo). Representa todo aquello que no debería ser la filosofía a través de las herramientas que hacen precisamente de la filosofía una actividad sospechosa. La filosofía no debería ser hermeneútica; no debería ser reducida a ella. La hermenéutica es una labor esencial en el conocimiento de la historia de la filosofía, pero la historia de la filosofía no es el núcleo de la filosofía. Su núcleo, en cambio, son los problemas filosóficos, los cuales deben subordinar todo proceder, incluida la investigación histórica e interpretativa de textos. El problema surge cuando se parte de una tradición que subordina todo proceder a la pregunta por el "Ser", la entidad de lo ente y demás majaderías, como si aquella familia de problemas constituyeran algo así como el genuino problema filosófico del que dependiera todo lo demás. Lo cual es genuínamente falso. Por sí solo, no hace de la filosofía entendida así una actividad sospechosa. Más bien, su carácter sospechoso viene dado por el tipo de lenguaje mediante el cual es vehiculada: oscuro, críptico, confuso y, en general, proverbialmente hermético, característica que logra conseguir asemejar a la filosofía con la religión y la pseudo-ciencia y que hace apocarse al resto de la disciplina, la cual muy juiciosamente entiende su actividad de una manera bien distinta.

Por lo tanto, este libro me ha disgustado profundamente.

(1951) John Wyndham - El día de los trífidos



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 2 de octubre de 2014)


"Cuando un día que usted sabe que es miércoles comienza como si fuese domingo, algo anda muy mal en alguna parte".

Así comienza "El día de los trífidos" de John Wyndham, novela fundacional de todo ese subgénero de mundos postapocalípticos, mundos devastados y asolados por la tragedia. La premisa de la que parte es sencilla: un buen día, sin mediar aviso, la humanidad se queda ciega. La noche anterior hubo un espectáculo de luces y colores en el cielo, como un cometa o una lluvia de meteoritos. Los únicos que conservan la vista son aquellos que no fueron testigos del espectáculo nocturno. Y, al mismo tiempo, la humanidad ha venido sentando las bases de la biotecnología, con la cual ha empezado a manipular y crear especies biológicas. Y entonces, el protagonista, Bill Masen despierta...

"El día de los Trífidos" es una novela dura, llena de paisajes de desolación y muerte. A través de sus páginas acompañaremos a Bill Masen en una carrera agónica por la salvación. Momentos crueles, decisiones morales límite y efluvios de carne en descomposición son las constantes de una novela que es directamente responsable de que su impacto en el lector actual no sea mayor del que es. Un peso, algunos dirán, fácilmente sobrellevable debido a que su responsabilidad es producto de la incalculable influencia que ha ejercido sobre sus seguidoras.

(2012) David Byrne - Cómo funciona la música



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 29 de septiembre de 2014)


David Byrne nos presenta en "Cómo funciona la música" una imagen fresca, curiosa e iconoclasta de los distintos aspectos que configuran el hecho musical. En cierto sentido, este libro es un retrato cubista en pequeñito del propio Byrne. Y es que el otrora líder de los Talking Heads y eterno colaborador en multitud de proyectos (alguien una vez dijo de él que sería capaz de establecer una colaboración a cambio de una bolsa de doritos) siempre ha sido un culo inquieto.

Debo reconocer un cosa: no sabía quién era David Byrne antes de empezar este libro. Mis gustos musicales tienden hacia las vertientes más extremistas, cafres y, por qué no decirlo, a menudo gorrinas del espectro musical. En cambio, todos esos grupos ubicados en la delgada línea que separa el rock del pop siempre me han parecido bastante anodinos, carentes de interés. Como un bocadillo de lechuga o una mermelada de algas. Pero he hecho los deberes, al menos en lo referente a los 'Heads, y debo reconocer que, al menos con ellos, las melodías y los timbres de voz empalagosos se dan la mano con estructuras musicales sugestivas, atrayentes, vanguardistas y a menudo excitantes. Al menos en "Remain in Light", verdadero clásico de la música hipnótica y extática.

(1985) David Pringle - Ciencia Ficción. Las 100 mejores novelas



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 28 de septiembre de 2014)


Acotado al periodo de treinta y cinco años comprendido entre 1949 y 1984 (fecha que sirve de significante a la obra que da el pistoletazo de salida al libro), este libro del crítico literario David Pringle dejará satisfechos tanto a los llaneros solitarios como a los recién llegados a la ciencia ficción. Los primeros verán en sus páginas la inclusión de rarezas con las que el autor denota su conocimiento enciclopédico. Los segundos encontrarán todas las referencias básicas con las que entrar con el pie derecho y por la puerta grande al género. Ambos tipos de apetitos serán satisfechos, por tanto.

El libro se compone de pequeñas reseñas de tres páginas de las obras seleccionadas. Cada una de las reseñas incluye un resumen de la novela (aunque no siempre, cuando se da por sentado que la obra es muy conocida) y una serie de comentarios e interpretaciones acerca de los sentidos encerrados por las obras. Los comentarios son muy buenos, casi siempre lúcidos y perspicaces, transmitiendo ese amor por el género que espolea a leer o releer las obras seleccionadas.

(1994) Jeremy Rifkin - El fin del trabajo



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 27 de septiembre de 2014)


"El fin del trabajo" pertenece a esa clase de libros cuyo contenido no puede ser más interesante pero cuya forma de expresión es criminal. Otros libros que pertenecen a esta categoría son la Fenomenología del espíritu, Ser y Tiempo, el Tractatus Logico-Philosophicus, el 55% de las tesis doctorales en ciencias sociales, el 65% de las tesis doctorales en carreras técnicas, el 35% de las historias clínicas, el 95% de los informes gubernamentales y el 30% de los libros que pretenden desentrañar qué carajo pasa con la economía y la política.

Cof, cof.

La tesis defendida por Rifkin en este libro es sencilla y al mismo tiempo polémica: la creciente aplicación de las tecnologías del conocimiento y de la automatización -la tercera revolución industrial- a los procesos productivos está trayendo consigo unos incrementos bestiales en la productividad en las empresas; estos incrementos en la productividad están acarreando destrucción de empleo pues la mano de obra progresivamente va dejando de ser necesaria en la cadena productiva; los trabajadores parados producto de esta destrucción de empleo, en contra de los presupuestos de la teoría clásica, no están siendo utilizados en otros sectores de la economía debido a que el efecto de las tecnologías del conocimiento afecta a todos los sectores de la economía en su conjunto.

(1959) Robert A. Heinlein - Starship Troopers



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 26 de septiembre de 2014)


Finalmente he hecho acopio de valor y he salvado mis prejuicios respecto a este libro basados en una deplorable adaptación cinematográfica y un más que supuesto derechismo pululante por sus páginas, según afirman los entendidos. Pero tras haberme leído la novela, puedo decir que me ha gustado. Es un buen libro.

"Starship Troopers" es ante todo una narración acerca de la vida en el ejército, esa institución de la que Heinlein se consideraba un enamorado y que para el gran público es el gran desconocido. ¿Cómo funciona el ejército? ¿Cuáles son sus valores? Naturalmente esta es una novela de ciencia ficción que está ambientada en el siglo XXIII, pero la imagen que nos presenta Heinlein es bastante realista, al menos todo lo realista que un cuerpo tan hermético como el ejército pueda llegar a posibilitar. Aquí no hay lugar para ese romanticismo de batallas gloriosas y héroes legendarios que igual alguno habría imaginado encontrar. Por el contrario, la imagen que nos presenta Heinlein es cruda y descarnada, especialmente en la fase del adiestramiento. Los soldados se ven sometidos a verdaderas pruebas de carácter, tanto en lo físico como en lo psicológico. Por momentos llega a resultar desagradable y es inevitable pensar en "La chaqueta metálica" (aunque la referencia es fallida; tanto la peli de Kubrick como el libro en el que está basada son posteriores).

(1957) Robert A. Heinlein - Puerta al verano



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 21 de septiembre de 2014)


Primer libro que leo de Robert A. Heinlein, responsable de que la ciencia ficción mutara de género menor, abocado a publicaciones pulp y reducida difusión, a género con todas las letras y legitimidad sobradamente contrastada. Y la verdad es que me ha gustado bastante. Ya iba siendo hora de que le hincara el diente al bueno de Heinlein.

"Puerta al verano" nos narra las peripecias de un inventor especializado en robótica en un mundo ambientado en un doble futuro, 1970 y 2000, respecto a la publicación de la novela y que, simétricamente, será percibido por el lector actual como un doble pasado. Es ésta una novela, por ello, que se puede leer con una doble perspectiva: la de quien se adentra en el punto de vista del escritor e interpreta la ambientación por él creada como un breviario de su actitud ante la vida y el futuro, denotando su optimismo o pesimismo en la humanidad, y, paralelamente, como un opúsculo de profecías fallidas. Naturalmente, cualquiera de los dos enfoques suponen capar la novela y, en sentido estricto, lo que hay que hacer es dejarse llevar por la abundante imaginación de Heinlein. Pero si asumimos el primero encontramos en el autor norteamericano una cierta ambigüedad respecto al devenir humano y a la noción de progreso. Por un lado se nos presenta un país asolado por la guerra atómica cuya capital ha dejado de ser Washington DC y con una contaminación galopante que dificulta el pleno desarrollo de la vida (esa dichosa huminiebla). Pero al mismo tiempo se pone en manos de la misma ciencia y tecnología los medios para placar, amortiguar y, finalmente, soslayar los efectos de la débil condición moral humana. En Heinlein tenemos el típico caso de pesimismo antropológico neutralizado por una valoración de la ciencia que, en último término, no deja de ser optimista y redentora de todos los problemas.

(1714) Gottfried Wilhelm Leibniz - Monadología



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 19 de septiembre de 2014)


Obra cumbre del racionalismo post-cartesiano, la "Monadología" de Leibniz constituye posiblemente el último gran proyecto antes de Kant para dar una imagen definitiva de la estructura de la realidad. Y es que en esta "ciencia de la unidad" el filósofo alemán se propone sentar las bases con las que resolver problemas enquistados como el cartesiano de las dos substancias, el problema del mal en el mundo o el de la generación (y destrucción) de la vida, por citar solo algunos ejemplos. Naturalmente, se trata de un "sentar las bases" y no de un "resolver" en la medida en que 90 párrafos dan de sí lo que dan de sí, valga la tautología. Sin duda, la extensión del libro es uno de los puntos fuertes y al mismo tiempo débiles de la obra. Fuerte porque es capaz de ofrecer una imagen sintética y al mismo tiempo veraz de la filosofía leibniziana. Y débil porque esa síntesis, al ser expuesta desde las alturas, ofrece en muchos momentos esquemas de argumento más que argumentaciones propiamente dichas.

A veces, a los filósofos actuales el enfrentarse a un filósofo de la tradición suele traerles como consecuencia el leve y sardónico levantamiento de una ceja, casi como si se trataran de forenses ante la imagen de un cuerpo cuya causa de muerte aparente parece ser la de asesinato por ahorcamiento. Y si se trata de uno de los grandes filósofos racionalistas, ya sea medievales o modernos, aún con más razón. Esto se debe en parte al descrédito en el que se sumió la metafísica durante el siglo pasado (y que en gran parte de la academia sigue perviviendo hoy en día, fruto de concepciones heredadas más o menos aceptadas tácitamente, no obstante, largo tiempo superadas explícitamente). Pero también, y esta vez creo que con razón, este recelo tiene su origen en la divergencia del aparato conceptual usado por los filósofos de una época y el usado por los filósofos de otra, a saber, la nuestra. No es ya sólo que adentrarse en la filosofía de un autor de otra época supone casi aprender los rudimentos de un lenguaje nuevo (afortunadamente la imagen no es tan drástica, pues los conceptos se transmiten por medio de la tradición, y esto permite que la variabilidad del "idioma" filosófico no sea tan grande), sino es, sobre todo, el hecho de que muchas de las dicotomías, distinciones y definiciones conceptuales han variado tanto que en muchos casos resulta obsceno el seguimiento "serio" de una determinada argumentación. Verbigracia, y aunque quizá no sea el mejor ejemplo, la distinción leibniziana entre verdades de hecho y verdades de razón, distinción que a un seguidor de Quine le impide seguir la disertación del argumentario leibniziano sin ejercer, a su vez, un acto de suprema condescendencia intelectual. Sin embargo, salvados los escollos iniciales, también es cierto, leer a los autores clásicos suele ser un ejercicio muy recomendable.

(1975) Stephen King - El misterio de Salem's Lot



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 18 de septiembre de 2014)


Novela de claroscuros ésta de Stephen King. Curiosamente los aspectos que más y mejor me han cautivado son aquellos que poco o nada tienen que ver con el vampirismo, la sensación de terror o la empatía con los protagonistas.

Es verdad que algunas de las escenas están contadas con cierta pericia narrativa. El problema es que la novela adolece de algo así como una sensación de que algo importante va a ocurrir y, por tanto, se desarrolla sin la aparición de climax narrativos, tan necesarios en esta clase de géneros. Es, en cierto modo, una novela arrítmica, necesitada de una transfusión de sangre, como si los propios vampiros que pueblan sus páginas le hubieran arrebatado todo su impulso vital. Hecho que se muestra en la ausencia de ritmo, pero también en la extrañeza que provocan ciertos desarrollos de algunas subtramas. Por ejemplo, la historia de amor entre el escritor y la joven Susan está, probablemente, entre las peores descripciones de un noviazgo que haya leído en mi vida. Palabra. O por no mencionar la credulidad de todos los personajes que descubren inicialmente la plaga. Ausencia de tensión que aparenta terremoto cuando el padre de Mark Petrie se entera de los hechos, pero los niega por parecerle imposibles, bajo una fría lógica empirista (y de sentido común, oiga). Pues bien, poco vivirá el pobre desgraciado.

(2011) Aurelio Arteta - Tantos tontos tópicos



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 17 de septiembre de 2014)


Bienintencionado aunque irregular en sus argumentaciones y planteamientos, "Tantos tontos tópicos" supone una puesta en cuestión de la acomodada conciencia democrática a través de la crítica de sus lugares más comunes. Y es que, como un abuelo que se amolda a la realidad desde sus manías y prejuicios, la ciudadanía a menudo peca de una reflexividad barnizada por el seco aroma de las sentencias aceptadas sin más. Aurelio Arteta pretende desmontar con este libro todo un arsenal de presunciones dialécticas que a menudo solo juegan en menoscabo de la propia democracia, si se sigue a aquellas hasta sus últimas consecuencias. Por ello, en cierto modo, la tarea de este libro es un desflorar a la democracia de sus elementos espurios; diferenciar la flor de la superchería.

El libro está dividido en dos partes. La primera de carácter más ético y la segunda de carácter más netamente político. La distinción responde a propósitos funcionales más que intrínsecos ya que una de las premisas que guía la obra es que la política no puede entenderse sin la ética ni la ética sin la política; la política carece de sentido sin unos principios morales que la guíen y la acción humana está capada si su horizonte no es el todo social, el todo colectivo. Sea como fuere, de las dos partes, sin duda la más interesante es la primera. Es en ella donde encontramos al Arteta más honesto, consigo mismo y con el lector. Su examen de algunas de las falsas virtudes que gobiernan nuestra sociedad es de lo mejorcito que pueda leerse ahí fuera. Y su análisis de la admiración probablemente sea de lo mejor del libro entero.

(2013) Miguel Gutiérrez - Parecía un Buen Fichaje



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 16 de septiembre de 2014)


Nada despierta más ilusión entre los aficionados de un equipo que el proceso de negociaciones por el que ese mismo equipo adquiere nuevos jugadores. Los rumores y las cábalas toman el protagonismo, y la quiniela de nombres se expande y se contrae como un acordeón, a menudo alimentado por la prensa. Sin embargo, cuando el proceso acaba, y el saldo resultante arroja uno o varios nombres, comienza otro proceso, a saber: el del examen de los resultados; el de la apreciación de si se ha acertado o no con la contratación o contrataciones de turno. Si la cosa sale bien, nadie se queja y (las más de las veces) muchos intentan ponerse una medalla que acredite su acierto. Sin embargo, cuando la cosa sale mal, parecería que la contratación no respondiese a la responsabilidad de alguien, sino a alguna clase de oscura fatalidad. De casos englobados bajo esta segunda categoría trata este libro. Vamos, de pifias monumentales, de fichajes condenados al fracaso de antemano.

La verdad es que a Manuel Gutiérrez le ha quedado un libro bastante apañado y fácil y entretenido de leer, al menos si se es seguidor del mundo del fútbol, no tanto como juego en sí, sino como ecosistema en el que conviven jugadores, directivos, representantes, intermediarios y aficionados. Gutiérrez ilustra cada fracaso desde el punto de vista de las urgencias del club en cuestión, casi siempre Madrid y Barcelona, aunque también Deportivo, Valencia y Atlético. Las expectativas creadas, a menudo infundadas, son también un punto esencial que vertebra cada uno de los relatos, la mayoría de las veces con un toque más que cómico, sobre todo, al contrastarlas con el desempeño efectivo: a menudo pobre, famélico.

(1942) George Orwell - Recuerdos de la guerra de España



(Reseña originalmente publicada en Goodreads el 27 de agosto de 2014)


"Recuerdos de la guerra de España" es un breve ensayo en el que Orwell hace memoria de sus meses en el frente y prefigura en pocas palabras algunas de las reflexiones por las que acabaría pasando a la posteridad unos años más tarde. Es éste, por ello, un librito que contiene más reflexión que vivencia. Cosa que no tiene nada de malo debido al hecho de que para lo segundo ya contamos con "Homenaje a Cataluña".

La visión de Orwell es profundamente crítica con el movimiento insurgente que, al mismo tiempo que enardecía la bandera del patriotismo y el catolicismo, asomaba la patita para ser acariciado por los regímenes italiano y alemán. Paralelamente, la poco menos que negligente actuación de los gobiernos francés, británico y ruso hizo el resto para presentar un panorama en el que había dos ejércitos claramente descompensados en cuanto a arsenal, efectivos y preparación. Si la guerra civil puede entenderse como un campo de pruebas para la guerra mundial que estaba al caer, entonces un bando hizo los deberes.

(1992) Paul Auster - Leviatán



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 24 de agosto de 2014)


Siempre había pensado de Paul Auster que era un autor sobrevalorado, hinchado miserablemente por sus fieles acólitos tanto en prensa como entre el público. Me imaginaba a esos seres como ex-fumadores que llevan una pipa sin tabaco en la boca, rememorando sus salvajes tiempos de juventud. Bebiendo café descafeinado en una taza de cerámica en Starbucks mientras miran taciturnos el tráfico y piensan si hoy será ese día en que encontrarán un trozo de papel en el suelo con la dirección de la persona que cambiará sus vidas. Me los imaginaba vestidos con chaquetas de pana y coderas, bufandas de material no sintético y gafas sin graduación. Pero también con gorros acolchados y abrigos que llegan hasta los tobillos. En resumen, me imaginaba a los lectores de los libros de Paul Auster como un poco parecen ser los propios personajes de las novelas de Paul Auster: sin saber a qué se dedican, cómo se ganan la vida... con ese aura que ciertas personas desprenden y que llevan a las personas de buen vivir a decir aquello de: "la criatura va hecha unos zorros". A decir verdad, mi concepto de los lectores de Paul Auster no era muy bueno. Como todos mis prejuicios, era exagerado. Ridícula y desproporcionadamente exagerado. Ahora sé, tras leer "Leviatán", que se puede ser fan de Paul Auster y ser testigo de cómo la gente no se cambia de acera a tu paso.

Por supuesto, todo esto no son más que un cúmulo de tonterías. De Paul Auster yo ya había leído "La música del Azar", obra que me fascinó por la deriva absolutamente desconcertante de libro de carretera a condena kakfiana. También vagabundeé por "La ciudad de cristal", primera parte de su trilogía de Nueva York, aunque éste no me dejó un recuerdo tan brillante como aquel. No era nuevo en los mundos de Auster, no. Sin embargo, yo seguía intentado encontrar esa obra sobredimensionada, ese pequeño montón de ponzoña suyo que me permitiera decir con la convicción de los líderes exaltados, de los pastores religiosos o de los inspectores de hacienda que se toman en serio su trabajo aquello de "paja y nada más que paja". Y en esas me encontré Leviatán de Paul Auster en el suelo con una nota que decía: "Léeme". Y mi vida cambió.

Cof, cof.

(1971) Philip Roth - Nuestra Pandilla



(Reseña originalmente publicada en Goodreads el 20 de agosto de 2014)


Este es el primer libro que leo de Philip Roth, autor, sobra decir, con muy buenas referencias pero del que desconocía por completo su estilo. Por la sinopsis sabía lo que iba a encontrarme, una sátira política de la era Nixon, aunque no en semejante grado de profundidad y, por qué no decirlo, de audacia.

De esta novela podría decirse que hace lógica de premisas absurdas de un modo absurdamente genial. Desde el primer diálogo entre el presidente y ese ciudadano preocupado por los avatares abortistas en una ejecución en Vietnam, hasta el discurso final en el infierno, pasando por los discursos que emite a la nación y los acalorados "debates" con sus colaboradores, todo rebosa ingenio y mala uva a partes iguales.

(1990) Arthur C. Clarke - El espectro del Titanic



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 19 de agosto de 2014)


Tras haberme leído un buen puñado de sus libros, empiezo a sospechar que Arthur C. Clarke no es tan buen escritor -o ese grandísimo clásico del género que la bibliografía oficial trata de representar-. Creo que en mi imaginario mental tiendo a dar preponderancia a la novela "El fin de la infancia" así como a "2001", confiriéndoles un peso notablemente mayor del que les corresponde en una hipotética ponderación de sus logros y aciertos. Porque si lo pienso fríamente, bastantes de los libros que he leído suyos me han dejado frío. Me pasó con las dos últimas partes de su tetralogía sobre los monolitos y me ha vuelto a ocurrir con "El espectro del Titanic"; esa sensación amarga de constatar que el producto que tienes entre manos no está totalmente acabado, de ser un bosquejo de lo que debería ser.

Naturalmente, qué sea lo que debería ser es una cuestión muy subjetiva en la medida en que no existe un canon de lo que sea el libro perfecto, por la sencilla razón de que cada uno de nosotros buscamos cosas distintas en las páginas de un libro. Pero si bien eso es así, no menos cierto es el hecho de que la novela tiene sus convenciones más o menos acertadas. Y la posibilidad de desarrollar psicológicamente a los personajes de una manera más profunda de lo posibilitado por otros medios narrativos es una cualidad que no debería ser despreciable.

(1994) Tibor Fischer - Filosofía a mano armada



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 15 de agosto de 2014)


Da gusto cuando sin demasiadas pretensiones le hincas el diente a una lectura solo para darte cuenta al acabarla de la joya que has descubierto sin esperarlo. Da gusto porque, a diferencia del cine, en literatura se suele avanzar con pies de plomo a través de obras de las que atesoramos referencias de que por su temática o estilo casarán con nuestros gustos e inclinaciones. La razón es sencilla: las consecuencias de equivocarse al elegir una película se traducen, en el peor de los casos, en tirar a la basura entre hora y media y dos horas de tu vida, por término medio; en cambio, equivocarse con un libro (excepto en casos que claman al cielo) puede traer la desastrosa implicación de ver arrojada al estercolero más cercano una cantidad de tiempo considerablemente mayor. Este sencillo razonamiento económico ilustra qué tan raro (y por tanto, qué tan valioso) resulta acertar en literatura operando de esta manera, aunque con ello pongamos de manifiesto lo irracional de nuestra conducta al desviarnos del sendero marcado por los clásicos de la literatura universal o de los géneros concretos que más nos gusten a cada uno (aunque esto, sin duda, ya es otro tema).

"Filosofía a mano armada" me ha sorprendido muy positivamente. En primer lugar por ser una lectura con un humor verdaderamente hilarante, absurdo, histriónico, burdo en ocasiones, aunque lleno de retruécanos e ingeniosos juegos verbales al abrigo de la ironía y con un fino gusto por la paradoja mordaz de corte más Chestertoniano. Casi nada. Puede que sea la novela más divertida y graciosa que haya leído nunca. También puede que por momentos el aluvión del arsenal cómico resulte excesivo, que haga de la lectura un ejercicio espeso y artificioso debido a lo abigarrado del torrente de recursos con vistas a sacarnos una risotada, como cuando un monologuista hace una pausa en su texto que al público se le antoja demasiado larga, revelando los instantes precedentes como una demostración de chiste fallido. Sin embargo, y a riesgo de equivocarme debido al factor subjetivo (pues pienso que aquí es ineludible; el cómo encarar la novela y la serie de circunstancias que rodean su lectura. En ese sentido pienso que la novela de humor lo tiene más difícil para solventar esos obstáculos que la novela melancólica o de corte más depresivo. En otras palabras: es más fácil que una novela del segundo tipo cumpla con su trabajo antes que un novela del primer tipo), los momentos en los que el humor flojea son los menos, con diferencia.

(1968) Stanisław Lem - La Voz de su Amo



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 13 de agosto de 2014)


Más que ciencia ficción o ciencia ficción filosófica, "La voz de su amo" debería pertenecer a la categoría de filosofía-ficción. Al menos si tal cosa existiera. Porque esta autobiografía ficticia de los años de trabajo de un matemático en un proyecto cuyo objetivo consiste en desentrañar el código de una señal proveniente del espacio exterior contiene todos elementos para rebasar las fronteras de la especulación científica. Y es que, efectivamente, "La voz de su amo" toma como objeto un hecho de difícil descripción y que pone en jaque todo el edificio del conocimiento humano, abriendo la puerta de entrada a todos los interrogantes acerca de la demarcación del conocimiento científico, la existencia de información en la naturaleza o las condiciones de posibilidad de la transmisión de mensajes inteligibles.

Pero "La Voz de su Amo" también es un excelente trabajo de sociología de la ciencia en el que veremos desfilar a "elfos" y "enanos" -pseudónimos de los científicos sociales y los científicos naturales-, así como a militares, tecnócratas, científicos teóricos y experimentales. Incluyo a militares y políticos en la descripción sociológica porque es premisa básica del libro la consideración kuhnianana de que la actividad científica no se desarrolla en ninguna clase de limbo epistemológico, sino que por el contrario se ve condicionada por numerosos factores de índole política y económica. Es uno de los aspectos más atractivos de este libro el entrecruzamiento de las distintas hipótesis, por momentos las verdaderas protagonistas de este libro, que van saliendo al paso para desentrañar los misterios de la señal con el trasunto político-militar (el libro está ambientado en el último tercio del siglo XX, aún en plena efervescencia de la guerra fría) que guía como una mano invisible los designios del proyecto.

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