jueves, 23 de julio de 2020

(2007) Nassim Nicholas Taleb - El Cisne Negro




"Nuestra maquinaria deductiva, ésa que empleamos en la vida cotidiana, no está hecha para un entorno complicado en el que una afirmación cambie de forma notable cuando su formulación en palabras se modifica ligeramente. Pensemos que en un entorno primitivo no existe ninguna diferencia trascendental entre las afirmaciones «la mayoría de los asesinos son animales salvajes» y «la mayoría de los animales salvajes son asesinos». Aquí hay un error, pero apenas tiene consecuencias. Nuestras intuiciones estadísticas no han evolucionado en el seno de un hábitat en que las sutilezas de este tipo puedan marcar una gran diferencia."

Una guerra, un ataque terrorista, un terremoto, un crack bursátil, el éxito editorial de un autor desconocido, un descubrimiento científico, una pandemia, despertarme mañana bajo las sábanas con Scarlett Johansson entre mis brazos... ¿Qué tienen todos estos eventos en común? Por un lado, su escasa probabilidad de ocurrencia, el hecho de que nos resulten inesperados. En segundo lugar, un fuerte impacto, es decir, unas consecuencias que, lejos de ser triviales, modifican sensiblemente un aspecto de la realidad (positiva o negativamente), y provocan un cambio para el que no estábamos preparados de antemano. Finalmente, su predictibilidad retrospectiva —aunque no proyectiva—, la capacidad de contarnos historias explicativas con el objetivo de domesticar la rareza y hacerla predecible en el futuro. A esta clase de fenómenos Nassim Nicholas Taleb —o, como le gusta referirse a sí mismo un tanto presuntuosamente, NNT— los denomina cisnes negros, y en 2007 dedicó un libro a su estudio.

viernes, 17 de julio de 2020

(2011) Nicholas Wapshott - Keynes vs Hayek: El choque que definió la economía moderna




"Aunque Hayek celebró el fin del comunismo soviético, sintió que con la introducción generalizada de la planificación económica, había sido derrotado por Keynes. Friedman opinó al respecto en 2000: «No hay ninguna duda de quién ganó el debate intelectual [...] La opinión intelectual del mundo es hoy menos favorable a la planificación y el control central que en 1947. Lo que no está tan claro es quién ganó el debate práctico. El mundo es más socialista hoy que en 1947. El gasto del gobierno de prácticamente todos los países occidentales es más alto hoy que en 1947. [...] La regulación de las empresas por el gobierno también es mayor.»

Thomas Kuhn decía que la ciencia, lejos de avanzar linealmente, en una suerte de proceso acumulativo de conocimiento, lo hacía por medio de discontinuidades o, en su terminología, por medio de cambios de paradigma. A pesar de la oscuridad del término (Kuhn ofrece dos docenas de definiciones en su obra La estructura de las revoluciones científicas, no siempre coherentes entre sí), un paradigma puede entenderse intuitivamente como la visión del mundo ofrecida por una o varias teorías científicas compatibles entre sí. Cuando hay un cambio de paradigma, la vieja ciencia se vuelve obsoleta, y sus explicaciones quedan desbancadas por las del nuevo paradigma, razón por la que el proceso epistemológico no sería acumulativo. Ejemplos de cambio de paradigma serían el paso del modelo geocéntrico del universo de Ptolomeo al modelo heliocéntrico de Copérnico, el cambio en la visión del espacio y el tiempo de la teoría de la relatividad respecto a la de la mecánica newtoniana o el tránsito en la explicación de la evolución de las especies entendida desde la selección natural respecto a la teoría de Lamarck. La economía no sería ajena a esta explicación metacientífica y tendría, en los trabajos de John Maynard Keynes, su particular revolución epistémica.

viernes, 3 de julio de 2020

(2000) Dan Brown - Ángeles y Demonios




"La ciencia nos salvará, dicen ustedes. Yo digo que la ciencia nos ha destruido. Desde los tiempos de Galileo, la Iglesia ha intentado aminorar la velocidad de la marcha inexorable de la ciencia, a veces con medios descarriados, pero siempre con buenas intenciones. Aún así, las tentaciones son demasiado grandes para que los hombres opongan resistencia. Miren a su alrededor. No se han cumplido las promesas de la ciencia. Las promesas de eficacia y sencillez no han traído más que contaminación y caos. Somos una especie fracturada y frenética... que avanza por el sendero de la destrucción."

Leer a Dan Brown es como comerse una hamburguesa de alguna cadena de comida rápida: su prosa no sacia, aunque te incita a seguir leyendo. Y como esas hamburguesas, su contenido nutricional está descompensado. En cierta forma, los libros de Brown abusan del glutamato monosódico literario: son adictivos pero insatisfactorios en la medida en que rozan superficialmente asuntos que merecerían un tratamiento más profundo. ¿Es eso malo? No necesariamente y, en cualquier caso, depende de nuestros propios objetivos. No todo el mundo busca leer radiografías del alma humana ni sesudas obras de divulgación que pongan patas arriba nuestro acervo cultural y personal. Incluso quien lo busca, no lo hace todo el tiempo. Todos caemos en los placeres culpables. Porque una hamburguesa de vez en cuando no hace daño...

lunes, 10 de junio de 2019

(2015) Ernest Cline - Armada



«Como casi todas las especies malvadas de invasores alienígenas de la historia de la ciencia ficción, de alguna manera los sobrukai habían conseguido desarrollar su tecnología lo suficiente como para construir gigantescas naves de guerra capaces de cruzar el espacio interestelar. Pero, aun así, no eran tan inteligentes como para terraformar un mundo sin vida de modo que cubriera sus necesidades y así no tener que pasarlas canutas intentando conquistar uno ya habitado, sobre todo si estaba por miles de millones de simios con armamento nuclear a los que no hacían mucha gracia las visitas. No, los sobrukai tenían una incomprensible fijación por la Tierra y estaban decididos a matar a todos los humanos para hacerse con ella. Por suerte para nosotros, al igual que otras muchas especies extraterrestres inventadas con anterioridad, los sobrukai intentaban eliminarnos de la manera más lenta y menos eficaz posible. En vez de acabar con los humanos utilizando un meteorito, un virus asesino o un par de anticuadas armas nucleares con buen radio de efecto, los calamares habían optado por embarcarse en una prolongada contienda por tierra y aire, en plan Segunda Guerra Mundial, lo que había provocado que todos sus avances tecnológicos en armas, propulsión y comunicaciones acabaran en manos de sus primitivos enemigos.»

Suele decirse que la segunda novela de un autor es siempre la más difícil, porque si para la primera se tiene toda la vida para escribirla, para la segunda solo se cuenta con un puñado de meses o años. Además, la segunda novela, especialmente tras un éxito ruidoso, se escribe con el temor a no cumplir las expectativas, bajo el deber de demostrar que los logros cosechados no fueron flor de un día. Por ello, la mayoría de los escritores preferirían escribir antes su tercera novela que su segunda. Y aunque suene duro decirlo, éste parece haber sido el caso de Ernest Cline. Pero vayamos por partes.

sábado, 1 de junio de 2019

(2011) Ernest Cline - Ready Player One



«Cuando de investigar se trataba, yo nunca tomaba ningún atajo. En los últimos cinco años había recorrido la lista de las lecturas recomendadas a los gunters. Douglas Adams, Kurt Vonnegut, Neal Stephenson, Richard K. Morgan, Stephen King, Orson Scott Card, Terry Pratchett, Terry Brooks, Bester, Bradbury, Haldeman, Heinlein, Tolkien, Vance, Gibson, Gaiman, Scalzi, Zelazny. Había leído todas las novelas de los autores favoritos de Halliday.»

De un tiempo a esta parte se ha producido un fenómeno bastante curioso en el mundo de los videojuegos, el fenómeno retro. A pesar de que el motor de la industria es la mirada al futuro con la realización de videojuegos con gráficos más realistas, narrativas más profundas e inmersivas y mecánicas jugables más complejas, cada vez más jugadores migran, total o parcialmente, hacia un modelo de entretenimiento donde lo que prima es la nostalgia. La nostalgia de jugar a videojuegos de generaciones pasadas, tecnológicamente obsoletos pero lúdicamente fecundos, con la capacidad evocadora y sugestiva que muchas veces las superproducciones actuales no logran conseguir. Un subproducto de este fenómeno sería la fiebre coleccionista. Una fiebre que ha generado todo un mercado de segunda mano, paralelo a los canales de distribución tradicionales, donde joyas del pasado llegan a alcanzar precios astronómicos. Las grandes empresas de videojuegos se han dado cuenta de este nicho de mercado y, en consecuencia, han empezado a participar en él, satisfaciendo buena parte de la demanda existente. Los ejemplos más claros son la retrocompatibilidad entre consolas y la más reciente puesta en circulación de las consolas mini de 8, 16 y 32 bits. Pero lo más curioso del fenómeno es que ha logrado trascender las barreras propias del mundo de los videojuegos. En efecto, esta nostalgia gamer se ha extendido hasta otras formas de expresión cultural, como la literatura. Y Ready Player One, de Ernest Cline, es el ejemplo más rotundo de ello.

lunes, 13 de mayo de 2019

(2010) Jesús Mosterín - A Favor de los Toros



«Muchos españoles estamos cansados de la permanente propaganda oficial de esta salvajada como presunta fiesta nacional. A muchos nos molesta que se identifique al pueblo español con la caverna taurina, con el mundillo hortera de la tauromaquia, con su cursilería supersticiosa, su sensibilidad embotada y su retórica ramplona, empalagosa y achulada. Spain is different, pero no tanto. Un número enorme y creciente de españoles sentimos, ante el espectáculo taurino, asco, sonrojo, vergüenza, repugnancia estética e indignación moral.»

Siempre he sentido aversión hacia las corridas de toros. Desde que era pequeño. Veía las corridas por la tele sin comprender cómo podía ser que las plazas estuvieran abarrotadas para contemplar un espectáculo en el que se daba muerte a un animal agonizante. No podía comprender el alborozo, la fanfarria, los pañuelos, el júbilo y los vítores, los trajes de gala y, en definitiva, el ambiente festivo que las rodeaba. No podía entender cómo era posible que ese ambiente fuera de la mano de un espectáculo en el que no había lugar para la sorpresa ni para un desenlace alternativo, donde todo estaba diseñado para obtener un resultado calculado de antemano. Me resultaba espeluznante la frialdad y la precisión casi ingenieril subyacente a todo el ritual. Pero lo que más me consternaba era la ausencia de finalidad, de propósito, en el supuesto arte de dar muerte a un animal moribundo.

miércoles, 8 de mayo de 2019

(1993) Arturo Pérez-Reverte - El Club Dumas



«Después uno madura, se hace flaubertiano o stendhaliano, se pronuncia por Faulkner, Lampedusa, García Márquez, Durrell o Kafka... Nos volvemos distintos unos de otros; incluso adversarios. Mas todos tenemos un guiño de complicidad al referirnos a ciertos autores y libros mágicos, que nos hicieron descubrir la literatura sin atarnos a dogmas ni enseñarnos lecciones equivocadas. Ésa es nuestra auténtica patria común: relatos fieles no a lo que los hombres ven, sino a lo que los hombres sueñan.»

Ni los pedazos de tierra, ni las banderas, ni los himnos; como dijo Rilke, «la verdadera patria del hombre es la infancia». Terreno fértil para la nostalgia, en la infancia cualquier cosa puede resultar mágica. No hay en ella lugar para el semblante adusto y la mirada inquisitiva que desarrollamos más adelante. Precisamente por eso, es en ella donde nace aquello que los autores de la edad de oro de la ciencia-ficción denominaban, con acierto, el sentido de la maravilla. Lo que se traduce en una frase definitoria: «Tú no has tenido infancia», que solemos expresar a aquellos que no comparten el asombro que una vez sentimos ante aquellas obras de ficción con las que disfrutamos de pequeños. Por algo será, por algo será...

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